Editorial:

La estrategia de la muerte

LOS DOS atentados mortales registrados ayer en el País Vasco muestran bien a las claras que los terroristas no están dispuestos a desaprovechar la ocasión que el juicio contra los acusados de rebelión milítar les brinda. Qué duda cabe que un recrudecimiento de la actividad de estas criminales bandas en estas semanas sólo puede tener poi objetivo, de una parte, perturbar las condíciones básicas de serenidad en las que ha de pronunciarse el tribunal, y de otra, contribuir a la agitación que los sectores progolpistas tratan de instrumentar en estas fechas.La evidencia del análisis no basta, sin ...

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LOS DOS atentados mortales registrados ayer en el País Vasco muestran bien a las claras que los terroristas no están dispuestos a desaprovechar la ocasión que el juicio contra los acusados de rebelión milítar les brinda. Qué duda cabe que un recrudecimiento de la actividad de estas criminales bandas en estas semanas sólo puede tener poi objetivo, de una parte, perturbar las condíciones básicas de serenidad en las que ha de pronunciarse el tribunal, y de otra, contribuir a la agitación que los sectores progolpistas tratan de instrumentar en estas fechas.La evidencia del análisis no basta, sin embargo, para aliviar la preocupación ni para minimizar la condena que tan repugnantes asesinatos merecen a los ojos de todo el que crea en el derecho a la vida y a la convivencia pacifica de nuestros ciudadanos. La necesidad de que las Fuerzas Armadas y de Seguridad no sucumban a la provocación de la sangre resulta, por lo demás, obvia. Tanto más cuanto más doloroso es reconocer que los institutos armados han pagado con un elevado número de víctimas el precio de la transición democrática y de la concorclia civil. Es necesario, sin embargo, señalar también la virtualidad del régimen de libertades para combatir el propio terrorismo. Responder a éste con el terrorismo institucionalizado y de Estado que las dictaduras suponen no hace, por desgracia, sino aplazar y agravar el problerria. Porque sabemos que los execrables crímenes de ayer pueden, por desgracia, ser el prolegómeno de una nueva oleada de bandidaje amparado en las circunstancias políticas y que trata de rentabilizar -cuanto peor, mejor- en su provecho la tensión acumulada que el proceso ciel 23-F amenaza derramar sobre la sociedad, es por lo que creemos que es urgente una acción enérgica del Gobierno y de las autoridades, destinada a un tiempo a la pesecución de las bandas armadas de cualquier especie y a la evitación de que nadie trate de tomarse la justicia por su mano. No es ningún secreto que las próximas semanas van a ser duras en este país y que los profesionales de la violencia se encargarán de acentuar esa dureza. Pero es preciso que los españoles de cualquier condición y einpleo tengan claro que un crimen nunca justifica otro crimen. Y que en la persecución y castigo de todos los delitos es donde encuentra el Estado de derecho su fundamentación, y la paz ciudadana, su solidez auténtica.

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