CIENCIA

Alberto Sols: "La medicina molecular marcara la década de los ochenta"

Según Alberto Sols, catedrático de Bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid y primer Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica, en los comienzos de la década de los ochenta estamos a las puertas de la molecularización de la medicina. De hecho, las enfermedades ya reconocidas como moleculares, desde los errores metabólicos innatos a la diabetes, hasta el mismo cáncer, son hoy día atacadas por la biología molecular, una de cuyas líneas de investigación, la ingeniería genética, comienza a tener ya relevancia mundial. Según Sols, el cáncer es el prototipo de enfermedad mo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Según Alberto Sols, catedrático de Bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid y primer Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica, en los comienzos de la década de los ochenta estamos a las puertas de la molecularización de la medicina. De hecho, las enfermedades ya reconocidas como moleculares, desde los errores metabólicos innatos a la diabetes, hasta el mismo cáncer, son hoy día atacadas por la biología molecular, una de cuyas líneas de investigación, la ingeniería genética, comienza a tener ya relevancia mundial. Según Sols, el cáncer es el prototipo de enfermedad molecular somática.

Alberto Sols estima que, en un futuro próximo, los resultados de un amplio examen sistemático a nivel molecular, dirigido por una computadora capaz de diagnósticos de alerta almacenados en un banco de datos accesible a los ordenadores de los buenos hospitales, permitirán el diagnóstico precoz de muchos procesos clínicamente indetectados, lo que resulta esencial en el caso del cáncer.EL PAÍS ha tenido acceso al trabajo de Alberto Sols, titulado Hacia una patología molecular, que sirvió de base a su reciente intervención en uno de los cursos organizados en Avilés por la Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos. Al analizar los errores metabólicos innatos, Sols hace referencia especial a la dramática enfermedad de Lesch-Nyhan, que produce automutilaciones trágicas, y a la galactosemia, enfermedad grave por intolerancia a la galactosa, que se ha convertido en intrascendente mediante la nutrición de los lactantes deficientes con leche artificial sin galactosa. Pronto se podrá, además, generalizar la exploración sistemática de los recién nacidos, valorando la uridil-transferasa en una gota de sangre del cordón umbilical.

Terapéutica ortomolecular

Es previsible que el número de deficiencias vitamínicas endógenas, diagnosticables y tratables, aumente considerablemente en un futuro próximo, porque quizá esté ahí la base de muchos casos de retraso mental de etiopatogenia desconocida, si se confirma la frecuente mejora por tratamiento multivitamínico.Un eficaz desarrollo de la patología de la nutrición molecular en las próximas décadas debería conducir a lo que Pauling bautizó como «terapéutica ortomolecular», es decir, la administración de la molécula necesaria en dosis y por vía adecuadas.

En un futuro próximo serán descubiertas numerosas enfermedades producidas por anomalías en la regulación molecular. Muchas enzimas tienen mecanismos de regulación de los que dependen las integraciones metabólicas. Las enzimas multimoduladas tienen tantos puntos débiles, al margen de su actividad catalítica básica, que las posibilidades de fallo en la regulación son mayores que en la actividad intrínseca, justamente lo único que actualmente se valora en los ensayos de laboratorio clínico.

El cáncer, acumulación de mutaciones

Sols afirma que el cáncer es la más importante de las enfermedades indudablemente moleculares; es el prototipo de enfermedad molecular somática, que parece implicar una acumulación sucesiva de mutaciones, aunque no se pueda descartar que algunos cánceres tengan, al menos en parte, un origen exógeno, viral. Es un gran problema biológico, médico y humano, de cuyo fondo se sabe aún poco; hace falta el salto genial de un Pasteur o, más probablemente, un esfuerzo acumulado de grandes investigadores para desentrañar su naturaleza íntima.Parece, sin embargo, seguro que accederán a su conocimiento algunos de los actuales jóvenes biólogos moleculares. Son legión los que viven del cáncer, pero es necesario que una ininoría selecta profundice muy seriamente en su problemática, en las áreas de control de la división celular, diferenciación, inmunidad, etcétera. Por ejemplo, no se sabe todavía por qué mata el cáncer, el porqué de la caquexia cancerosa. En el plano práctico, Sols recomienda el desarrollo de una exploración sistemática de diez o veinte enzimas claves en el metabolismo de aminoácidos y nucleótidos en las biopsias de tumores humanos.

Mientras se consiguen soluciones radicales, la potencialidad práctica de la enzimología y biología celular de las biopsias de tumores es tan grande que debería considerarse urgente su desarrollo sistemático.

Enfermedades no hereditarias

Las anteriores enfermedades son hereditarias y somáticas, pero también las hay, la mayoría de las más frecuentes, que son, probable o seguramente, enfermedades moleculares no hereditarias. Entre las víricas, prototipo de enfermedades moleculares exógenas, existe un amplio abanico que va desde el resfríado común a la hepatitis. El interferón podría significar una revolución en este campo.En cuanto a la diabetes, la biología molecular ha demostrado ya que se trata de un conjunto de variantes básicas, en cuyo conocimiento se avanza, aunque queda aún un importante trecho por desentrañar.

Archivado En