Estados Unidos estudia la fabricación de nuevas armas químicas

La fabricación de armas químicas, abandonada por Estados Unidos hace doce años, está siendo estudiada de nuevo por el Pentágono, que se muestra inquieto por la delantera que, en su opinión, ha adquirido la Unión Soviética en este campo.El Senado norteamericano acaba de aprobar un crédito de veinte millones de dólares 800 millones de pesetas) para el equipamiento de una fábrica instalada en Pine Bluff (Arkansas), donde será fabricado un nuevo gas paralizante, si el presidente Ronald Reagan da la autorización definitiva.

La reanudación de la fabricación de armas químicas, suspendida en 19...

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La fabricación de armas químicas, abandonada por Estados Unidos hace doce años, está siendo estudiada de nuevo por el Pentágono, que se muestra inquieto por la delantera que, en su opinión, ha adquirido la Unión Soviética en este campo.El Senado norteamericano acaba de aprobar un crédito de veinte millones de dólares 800 millones de pesetas) para el equipamiento de una fábrica instalada en Pine Bluff (Arkansas), donde será fabricado un nuevo gas paralizante, si el presidente Ronald Reagan da la autorización definitiva.

La reanudación de la fabricación de armas químicas, suspendida en 1969 por Richard Nixon, exigiría una nueva autorización presidencial.

Tanto el secretario de Estado, Alexander Haig, como el de Defensa, Caspar Weinberger, han hecho saber al Congreso que eran partidarios de reconstruir el arsenal químico del Ejército norteamericano.

«Es absolutamente esencial para Estados Unidos reducir el desequilibrio que existe entre nuestro país y la URSS en el campo de las armas químicas», escribió días atrás Weinberger al senador John Tower, presidente de la Comisión de las Fuerzas Armadas.

El Ejército norteamericano considera que su actual arsenal químico es obsoleto y representa una amenaza para el medio ambiente, por lo que hay que renovarlo.

Sin embargo, la eventual reanudación de la fabricación de armas químicas puede provocar un violento debate en Estados Unidos. «No hay límite alguno para el voraz apetito de la maquinarla militar, que quiere tragarse cada dólar de este país», dijo la pasada semana el senador Mark Hatfield (republicano por Oregón), firme adversario de las armas químicas.

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