Triunfo de Francesco Rossi en la fría inauguración del Festival de Cannes

ENVIADO ESPECIALCon menos visitantes de los previstos, se ha inaugurado la 34º convocatoria del Festival de Cannes. Cada día que pase, sin embargo, aumentará el número de asistentes. Las estrellas no han hecho aún su aparición, exceptuando la del viejo actor francés Charles Vanel, que, junto a otros, interpreta la película de Francesco Rossi Tres hermanos, que inauguró oficialmente el festival. Están también algunos otros, pero tratan de pasar inadvertidos. Jack Nicholson, por ejemplo, que ha venido a presentar El cartero siempre llama dos veces, finge continuar en Par...

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ENVIADO ESPECIALCon menos visitantes de los previstos, se ha inaugurado la 34º convocatoria del Festival de Cannes. Cada día que pase, sin embargo, aumentará el número de asistentes. Las estrellas no han hecho aún su aparición, exceptuando la del viejo actor francés Charles Vanel, que, junto a otros, interpreta la película de Francesco Rossi Tres hermanos, que inauguró oficialmente el festival. Están también algunos otros, pero tratan de pasar inadvertidos. Jack Nicholson, por ejemplo, que ha venido a presentar El cartero siempre llama dos veces, finge continuar en París, pero es buscado por los periodistas.

Tres hermanos se proyectó sólo ante los madrugadores. A lo largo de la próxima semana se multiplicarán, sin duda, las posibilidades de contemplar la película, última de las realizadas por el director de Salvalore Giuliano o El caso Mattei: una suerte de reflexión desapasionada sobre la vida actual en Italia. Desde el terrorismo al paro, Rosi trata de hacer balance sobre la situación de su país, reivindicando la ternura como forma ideal de comunicación. La violencia que en estos momentos sufren muchos países de Europa es considerada por él como una forma imposible de solucionar los problemas que esos países arrastran. Que la proyección de Tres hermanos coincidiera con el atentado a Juan Pablo II le dio inesperadamente una actualidad sorprendente, que ha hecho subir su valor de cara a los compradores.

Kenneth Loach, el director de Miradas y sonrisas, es bien conocido entre los españoles por su película Family life. En esta ocasión, el realizador inglés ha vuelto su mirada hacia la desastrosa situación de los jóvenes de su país, desorientados por el paro -más de dos millones entre gente de veinte años- y la violencia nacida en Irlanda. Su documento, no obstante, no satisface. Una ternura mal entendida hace más cercana su película a los lejanos tiempos de los jóvenes airados que a los auténticos de la actualidad. Miradas y sonrisas no es por ello una película despreciable. La sensibilidad y agudeza con que Loach se ha acercado a los jóvenes marginados de una pequeña ciudad industrial del norte de Inglaterra emociona en muchos momentos e interesa siempre.

Alistarse para perseguir católicos

Al parecer, algunas sociedades de padres de familia han reaccionado, tras la contemplación de sus imágenes, negándose a que en los colegios se proyecten cortos publicitarios del ejército: hay jóvenes que, convencidos por esas imágenes, se alistan en él y tienen luego que perseguir a los católicos del Ulster como si se tratara de ratas, denuncia que el propio Loach explicita en su trabajo.Junto a una película alemana y otra finlandesa, veremos ahora Bodas de sangre, en sesión única y muy especial. La colonia española espera la llegada de Carlos Saura, mientras Gades y el productor Emiliano Piedra pasean desde el principio por La Croisette, sorprendidos en parte por la desolación insólita que los primeros días de Cannes siempre viven.

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