Los aspectos técnicos mantienen bloqueadas las negociaciones pesqueras hispano-marroquíes

Cuarenta días después de interrumpidas las negociaciones pesqueras hispano-marroquíes, pocos son los indicios que permitan afirmar que éstas pueden reanudarse con posibilidades de éxito. Durante todo este tiempo, en el que la flota española de pesca estuvo amarrada, han continuado, no obstante, los contactos entre Rabat y Madrid, fundamentalmente por vía diplomática y a través de la Embajada de España en Rabat.

El aspecto más negativo de la situación actual es que no han sido superados los escollos que dieron al traste con las negociaciones en enero último. Los problemas, hoy como e...

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Cuarenta días después de interrumpidas las negociaciones pesqueras hispano-marroquíes, pocos son los indicios que permitan afirmar que éstas pueden reanudarse con posibilidades de éxito. Durante todo este tiempo, en el que la flota española de pesca estuvo amarrada, han continuado, no obstante, los contactos entre Rabat y Madrid, fundamentalmente por vía diplomática y a través de la Embajada de España en Rabat.

El aspecto más negativo de la situación actual es que no han sido superados los escollos que dieron al traste con las negociaciones en enero último. Los problemas, hoy como entonces, son fundamentalmente técnicos y conciernen a las restricciones que Marruecos desea imponer al esfuerzo de pesca español para proteger sus riquezas piscícolas.De una manera resumida, estas restricciones suponen la prohibición de pesca en determinadas zonas habituales, utilización de mallas mayores que las empleadas actualmente o limitación de las especies a capturar. Estas restricciones son de tal importancia que conllevarían la eliminación automática de unos quinientos pesqueros hispanos.

Como a las restricciones mencionadas se une un incremento de los cánones a pagar por derechos de pesca de cerca del 50%, aparte las diferentes contrapartidas crediticias y de cooperación técnica solicitadas por Marruecos, los responsables españoles parecen haber llegado a la conclusión de que en estas condiciones la pesca en aguas marroquíes no sería rentable.

Pero si las conversaciones no han podido reanudarse hasta ahora no es solamente por las ya indicadas diferencias, sino también porque los responsables marroquíes no han podido atender este capitulo hasta ahora. Las negociaciones, por parte marroquí, dependen, en efecto, de los ministros de Asuntos Exteriores y de la Cooperación M'Hamed Bucetta, y del de Comercio, Azzedine Quessus. El primero acaba de regresar de París, adonde acompañó al rey Hassan II, y el segundo ha realizado varios viajes en este tiempo.

En principio, la próxima ronda de negociaciones debería tener lugar en Madrid. En cualquier caso, así lo manifestó en enero el secretario de Estado español, Carlos Robles Piquer, quien añadió que la parte española desearía que el ministro marroquí del Exterior viajase a Madrid, tanto para culminar esa nueva ronda de negociaciones como para devolver la visita efectuada a Rabat en septiembre por el ministro español de Asuntos Exteriores, José -Pedro Pérez-Llorca.

Como aspecto positivo puede señalarse la voluntad de las dos partes de mantener el contacto y el convencimiento que ha surgido en estos cuarenta días, tanto en Rabat como en Madrid, de que es necesario volver a negociar para salir de este atolladero, de tan graves consecuencias para la flota española, pero también de importantes repercusiones para Marruecos.

De hecho, los inconvenientes para la flota moderna de pesca marroquí son grandes. Su acceso a los puertos canarios se ve impedido por la presencia en ellos de los pesqueros españoles amarrados y por la imposibilidad de colocar en el mercado español cerca del 80% de sus capturas, como era habitual.

Si a ello se añaden los 1.500 millones de pesetas anuales pagados a Marruecos por derechos de pesca, las facilidades crediticias aceptadas en la última negociación, y los proyectos de cooperación en suspenso, se comprende que el interés en reanudar las negociaciones debe ser recíproco.

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