Nunca se descartó un posible asalto de los "geo" al Parlamento

La junta de subsecretarios siguió paso a paso y con incertidumbre el desarrollo del golpe

En su despacho del Ministerio del Interior, Francisco Laína, director general de la Seguridad del Estado, escucha por la radio la marcha de las votaciones de la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. A los pocos minutos se oyen voces y disparos. Se informa que un grupo de guardias civiles ha asaltado el Parlamento.A partir de este momento, los mecanismos del Ministerio del Interior se ponen en marcha. Francisco Laína contacta telefónicamente con el Rey, quien atiende personalmente la llamada y confirma que está al corriente de los acontecimientos. La comun...

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En su despacho del Ministerio del Interior, Francisco Laína, director general de la Seguridad del Estado, escucha por la radio la marcha de las votaciones de la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. A los pocos minutos se oyen voces y disparos. Se informa que un grupo de guardias civiles ha asaltado el Parlamento.A partir de este momento, los mecanismos del Ministerio del Interior se ponen en marcha. Francisco Laína contacta telefónicamente con el Rey, quien atiende personalmente la llamada y confirma que está al corriente de los acontecimientos. La comunicación es breve.

El director general de la Seguridad del Estado reclama al director general de Policía, que tiene un despacho próximo, y se decide la entrada en funcionamiento de los servicios policiales. Inmediatamente se conecta con el general Aramburu Topete (director general de la Guardia Civil), que se encuentra en su despacho y anuncia su intención de dirigirse inmediatamente al Congreso, y con el general Santamaría (general inspector de la Policía Nacional), quien, desde su casa, da la voz de alerta a sus unidades.

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La policía informa a Interior que es el teniente coronel Tejero, al mando de 150 o 200 hombres, quien ocupa el Parlamento. Se sospecha que esos efectivos no forman una unidad orgánica.

Interior informa de inmediato a la Zarzuela y después se pone en contacto con el general Aramburu Topete, quien ya se encuentra en su coche oficial, y se le encarga que intente resolver el problema en el Congreso.

El director general de la Guardia Civil llega a las instalaciones del Parlamento, en la carrera de San Jerónimo, y conmina al teniente coronel Tejero para que deponga su actitud. El teniente coronel Tejero responde con sequedad: «Mi general, si avanza un paso más, le pego un tiro y después me mato». Después de lo cual da media vuelta y entra de nuevo en el Congreso.

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El general Santamaría recibe órdenes de dirigirse al Ministerio del Interior; se reúne con Francisco Laína y se decide reforzar los ser vicios y aislar el Congreso. Frente al Parlamento toman posiciones unidades de la Guardia Civil, circunstancia que se considera adversa en el Ministerio del Interior, porque se puede producir una delicada situación de compañerismo entre los números que se encuentran dentro y fuera de las dependencias del Congreso y estropear el objetivo de la operación: aislar el recinto. Posteriores sucesos, como la entrada y unión a los sediciosos de una compañía de la Policía Militar del Regimiento Acorazado Brunete parecen confirmar esos temores. El Congreso, en este momento, está rodeado por una primera línea formada por la Guardia Civil y un segundo cordón de Policía Nacional.

Interior decide la intervención de las líneas telefónicas del Parlamento. Existen rumores de que el teniente coronel Tejero ha comunicado con un alto grado militar en Valencia.

Luis Sánchez Harguindey, subsecretario del Ministerio del interior, sugiere la creación de una junta de secretarios de Estado y subsecretarios. Se informa a la Zarzuela y el general Sabino Fernández Campos confirma el visto bueno del Rey a ese consejo, que asumirá el poder civil y la acción de gobierno. Inmediatamente se procede a la convocatoria de secretarios de Estado y subsecretarios, algunos de los cuales se muestran reacios a acudir, porque piensan, quizá, en una encerrona. Sánchez Harguindey consigue la presencia de todos y, minutos más tarde, se encuentran en una sala del entresuelo de Amador de los Ríos, sede del Ministerio, una treintena de personas.

Paralela en el tiempo a esta acción se produce la reunión de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Entre ambas juntas se establece una base prioritaria de trabajo, el intercambio de información, y se decide la redacción inmediata de un comunicado que dé cuenta a la opinión pública de la constitución de los dos entes.

Ocupación de RTVE

Interior, en concreto Francisco Laina, se pone en contacto telefónico con el director general de RTVE, Fernando Castedo, con objeto de pedirle el envío de un equipo de video al palacio de la Zarzuela y otro al Ministerio del Interior para grabar sendos mensajes. Fernando Castedo comunica que por las escaleras están subiendo soldados. Aparece en su despacho un sargento de la División Acorazada Brunete y poco después un capitán que le dará la orden de que se emitan marchas militares.

En el Ministerio del Interior se desconoce la procedencia de aquellas fuerzas armadas, pero se promete ayuda inmediata. Francisco Laína ordena al general Aramburu Topete.que envíe unidades del exterior de la Guardia Civil hacia RTVE, para acabar con la presencia de aquella treintena de soldados, cuyos jefes hablan en nombre del Rey.

Resuelto el incidente en RTVE, Fernando Castedo envía con urgencia un video para que se graben los mensajes. El comunicado conjunto que van a realizar las dos juntas -de jefes de Estado Mayor y de secretarios de Estado y subsecretarios- se filtra y se emite por las emisoras de radio y agencias de noticias.

A Interior comienza a llegar información de las provincias y las juntas de seguridad de los gobiernos civiles en las que se da cuenta de la normalidad existente. El propio director de la Seguridad del Estado da la orden explícita de que no se permitan manifestaciones bajo ningún concepto, que se aborten con energía en caso necesario, y que las autoridades se reúnan con los líderes de los partidos políticos.

Se confirma que el teniente Coronel Tejero ha comunicado en Valencia con un alto grado militar, al que ha asegurado que el objetivo está cubierto y sin novedad. Interior decide entonces ir cortando paulatinamente el número de líneas de la centralita del Congreso. Esta táctica, sin embargo, no funciona como guerra psicológica, porque en el interior del Parlamento existen tres cabinas de las que no se tienen noticias. Cabinas que utiliza el teniente coronel Tejero para comunicar con el exterior. Se pide ayuda a Julio Camuñas, delegado del Gobierno en la Telefónica, le localizan y se cortan. Todas las conversaciones, a partir de este momento, quedan grabadas.

Llegan a Interior noticias del bando difundido por el teniente general Milans del Bosch en Valencia. El texto es transmitido a Madrid. Francisco Laína habla con Milans y le recrimina por su acción, a lo que responder aquél que ha tomado esa decisión para preservar la convivencia y la paz en Valencia. El director de la Seguridad del Estado insiste en que ese bando, en todo caso, lo debe dar la autoridad civil. Milans responde que cumple órdenes del Rey, y asegura que no va a deponer su actitud. Se informa al Rey y a la Junta de Jefes de Estado Mayor acerca del altercado.

Entre tanto, en Madrid, el capitán general de la región actúa directamente en el control de las unidades periféricas. Queda en el aire la incógnita de lo que vaya a hacer la División Acorazada. Se abren los momentos más difíciles de la jornada. Hay convicción de que algunas unidades están dispuestas a intervenir.

Desde el Ministerio del Interior se conecta con el teniente coronel Tejero, a quien se expone que el Congreso está rodeado y existe normalidad en toda España. Tejero responde que tratan de engañarle y cuelga el teléfono.

Nuevas noticias del interior del Congreso. Adolfo Suárez está solo en una habitación, otros cinco líderes fuera del hemiciclo y se confirma que los ocupantes no forman una unidad orgánica, sino que están movilizados al azar. Esta actitud se interpreta en tres vertientes: se piensa que puede ser una amenaza futura, que se les va a considerar como rehenes en un momento determinado o, simplemente, que se va a prescindir de los líderes aislados.

Solución antes de las diez

La Junta de Secretarios de Estado y Subsecretarios prosigue su reunión con información puntual de lo que sucede. Nuevos informes hablan de tranquilidad en las provincias. Entonces se considera que la situación es ya clara. No obstante, se piensa que la solución al conflicto tiene que darse. antes de las diez de la mañana, porque en los cuarteles una situación tan tensa puede provocar el nerviosismo.

Se graba un nuevo mensaje conjunto y se protege su envío a RTVE. Al tiempo se graba el mensaje del Rey, quien envía un télex, a todas las Capitanías generales en el que se especifica que se han de acatar las órdenes civiles que se dicten desde la Junta de Secretarios de Estado y Subsecretarios y las militares que dé la Junta de Jefes de Estado Mayor. El Rey permanece sereno, firme y enérgico, y subordina cualquier acción en estos difíciles momentos al respeto a la Constitución. Además, da ánimos a sus colaboradores.

El gobernador civil de Madrid acude al Congreso por indicación de Francisco Laína para acompañar al general Armada, quien va a entrevistarse con el teniente coronel Tejero. A Mariano Nicolás no se le permite traspasar el umbral del Parlamento.

Desde Interior se convoca a losi líderes de los partidos políticos. Allí se les informa de la situación general y del temor de que si la situación no se resuelve antes de las diez de la mañana se corre el riesgo de que otras unidades se sumen a. los sediciosos. Entonces se exige un compromiso: que bajo ningún, concepto se permita salir las masas, a la calle. El director general de la. Seguridad del Estado adelanta que! va a dirigirse al hotel Palace para. conocer sobre el terreno la operación especial de asalto que tienen. diseñada los GEO. Se compromete a informarles sobre los riesgos que supone una operación de ese calibre y a pedir opiniones. Se reserva, no obstante, la última decisión. Todos los líderes políticos dan su visto bueno.

En esos momentos el teniente coronel Tejero sólo dispone de tres líneas telefónicas hábiles.

Cuando Francisco Laína llega al hotel Palace, donde está situado un improvisado cuartel general, manda desalojar la sala y se queda a solas con el general Santamaría, el general Aramburu y el gobernador civil de Madrid. Un capitán de los GEO explica el diseño del asalto. Se hace un recuento de geos y de material y un análisis de las posibles víctimas. Para efectuar el asalto se necesitan carros blindados que protejan la aproximación al edificio.

Preocupa, al tiempo, la presencia de cuatrocientos números de la Guardia Civil en la primera línea de aislamiento. Se especula sobre las posibilidades de que la Guardia Civil entre en el Congreso en caso de violencia necesaria frente a compañeros de cuerpo, y se decide el relevo de sus mandos, convenciéndoles de que es mejor que descansen ahora para estar frescos en las primeras horas de la mañana. Se convoca al general Serrano y se le explica la decisión. El general San.tamaría, por su parte, tiene plena confianza en sus hombres. Poco a poco se produce un discreto relevo de números de la Guardia Civil por Policía Nacional.

El director de la Seguridad del Estado mantiene la operación de asalto, aunque quierajugar otras cartas. No obstante, solicita a la Junta de Jefes de Estado Mayor los blindados necesarios para llevar a cabo el asalto, petición que es concedida inmediatamente.

A su regreso a Interior se le comunica la dificultad ante su ausencia de sujetar a los miembros de la Junta de Secretarios de Estado y Subsecretarios, labor que realiza con éxito Sánchez Harguindey.

Las dos Juntas -Civil y Militar- lanzan un nuevo comunicado conjunto en el que se habla de los planes especiales de los GEO.

La mujer del teniente coronel Tejero quiere hablar con su marido. No se le permite, porque es notoria su fortaleza y la posible influencia que pueda, tener en la conducta posterior de su marido.

Durante este tiempo, y a cada hora, se realiza un análisis psicológico de lo que pueda suceder en el interior del Congreso en base a ciertos datos. Se pronostican enfrentamientos entre los miembros de la Guardia Civil antes de las nueve de la mañana.

Comienzan las negociaciones del general Gabeiras con el teniente coronel Tejero. Para ello, se dispone la presencia del teniente coronel Fuentes en las conversaciones. Este militar tiene un gran ascendente sobre el comandante Pardo Zancada, un hombre, según todos los testimonios, que tiene a gala defender sus ideales hasta el final y manda la compañía de Policía Militar.

Las negociaciones parten de una base: el respeto a la integridad física del Gobierno y diputados. Entran en el Congreso el general Armada y el teniente coronel Fuentes. Al principio no hay resultados. Pocos minutos después abandonan las dependencias once guardias civiles. Los pronósticos psicológicos funcionan.

Se piensa entonces en el bombardeo psicológico de los asaltantes. Para ello se elabora un documento, que se graba, y en el que tras una introducción redactada por Robles Piquer se explica la situación general del país, se introduce el mensaje del Rey y una grabación de la mujer, quien llora, habla de sus hijos y de los amigos que le han abandonado. Se pensaba introducir asimismo un mensaje de Soledad Becerril, en que hablará de un grupo de mujeres de miembros de la Guardia Civil, a quien ella encontró a la salida del Parlamento, y que piden la vuelta de sus maridos a casa.

El micrófono de la SER

Fernando Castedo, en este tiempo, logra conectar un micrófono de ambiente del hemiciclo, que, junto al de la Cadena SER, ofrecen información de lo que sucede dentro.

La Junta de Jefes de Estado Mayor declina la negociación en el director general de la Seguridad del Estado. Para el caso de que salgan asaltantes armados antes que los diputados se exige que sea Pardo Zancada y no Tejero el último en abandonar el hemiciclo. Se teme un desenlace cruento.

Por fin se llega a un acuerdo y en un papel ambos firman el siguiente orden de salida: comandante pardo, Zancada, los diputados, la Guardia Civil y el teniente coronel Tejero. El capitán de navío Camilo Menéndez se entregará a un contralmirante de la Armada. Las unidades volverán a sus lugares de origen. No se exigirán responsabilidades a las clases de tropa. Tejero se entregará en la Dirección de la Guardia Civil. Y si algún oficial quiere salir al extranjero se le concederá la autorización.

Se informa a la Zarzuela y se conviene en que las condiciones son aceptables. Salen las diputadas y se prepara la estrategia de información y de salida del Gobierno y parlamentarios. Se decide que el presidente en funciones del Gobierno, Adolfo Suárez, debe ir directamente a la Zarzuela.

A Enrique de la Mata se le niega permiso para que introduzca en nombre de la Cruz Roja alrededor de 2.000 bocadillos en el Congreso.

En este momento, Tejero sólo dispone de una línea de teléfono. Intenta utilizar a un periodista para que difunda y exalte en el exterior sus opiniones y el propio periodista se aviene a ser utilizado por la Seguridad del Estado para tratar de convencer a Tejero de que deponga su actitud y envíe dos mensajes escritos a des de los parlamentari0s retenidos. Los mensajes llegan a su destino. Había que mantener la calma dentro.

Se emite un último comunicado conjunto en el que se habla del cese de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios y se agradece al pueblo español. la serenidad mostrada durante toda la jornada.

A mediodía del día 24 salen del Congreso el Gobierno y los diputados.

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