Estreno de la comedia musical "Angélica", de Eduardo BlancoAmor

El grupo de Teatro Taller Zascandil estrena hoy, en la sala El Gayo Vallecano, de Madrid, la comedia musical Angélica (en el umbral del cielo), de Eduardo Blanco-Amor, primer montaje del colectivo que tiene un -equipo de dirección formado por José Estruch, Enrique Silva, Elvira Sanz y Pilar Francés..En su primera aparición pública, Zascandil pretende «la búsqueda de una impronta personal que responda a la propuesta, traducida en trabajo, de participación total en el quehacer teatral». «Comenzamos con un musical porque queremos bautizarnos con algo original y divertido, y dejar patente q...

El grupo de Teatro Taller Zascandil estrena hoy, en la sala El Gayo Vallecano, de Madrid, la comedia musical Angélica (en el umbral del cielo), de Eduardo Blanco-Amor, primer montaje del colectivo que tiene un -equipo de dirección formado por José Estruch, Enrique Silva, Elvira Sanz y Pilar Francés..En su primera aparición pública, Zascandil pretende «la búsqueda de una impronta personal que responda a la propuesta, traducida en trabajo, de participación total en el quehacer teatral». «Comenzamos con un musical porque queremos bautizarnos con algo original y divertido, y dejar patente que para montar un espectáculo de este tipo no es imprencindible contar con unos cuantos miles de dólares. Angélica surgió del texto de una farsa para títeres hasta llegar a convertirse en una comedia musical de bolsillo que, por sus características, pueda acercarse al espectador».

El autor de Angélica, Eduardo Blanco-Amor (1898-1979), es una de las figuras más significativas de la literatura gallega, cultivador tamtién del castellano. Entre su producción figuran las novelas A esmorga y Xente ao longe, la colección de cuentos Os biorbardos y las seis Farsas para títeres, que por su lenguaje, personajes y situaciones son esperpentos de raíz valleinclanesca,

La farsa que hoy se estrena, Angélica (en el umbral del cielo), según J. Ares, «el humor, la poesía y la ternura diluyen un tanto la agresividad de sus compañeras de colección. Es este un teatro para voces en mascaradas, es decir, para títeres, pero, como en esta ocasión, puede ser encarnado por actores que no tienen por qué asumir necesariamente la apariencia de fantoches, que, por otra parte, no les permitiría del todo la carga de humanidad que llevan consigo los personajes».