Crítica:MÚSICA

El violinista Cho Liang Lin, vuelve a triunfar en Madrid

Cho Llang Lin, el joven violinista de Taiwan (nacido en 1960, y no «hace dieciocho años», como se leía en el programa de mano), está desarrollando una importante carrera concertista desde 1977, año en que ganó el Premio Internacional Reina Sofía, tras asombrar al jurado y al público en las tres pruebas de aquel concurso. Desde entonces han sido varias sus actuaciones en Madrid, de cámara y sinfónicas, y en todas ellas ha confirmado la excepcional categoría de su técnica, su excelente musicalidad y ese algo de «facilidad» al manejar el instrumento que nos hace pensar en que se trata de un singu...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Cho Llang Lin, el joven violinista de Taiwan (nacido en 1960, y no «hace dieciocho años», como se leía en el programa de mano), está desarrollando una importante carrera concertista desde 1977, año en que ganó el Premio Internacional Reina Sofía, tras asombrar al jurado y al público en las tres pruebas de aquel concurso. Desde entonces han sido varias sus actuaciones en Madrid, de cámara y sinfónicas, y en todas ellas ha confirmado la excepcional categoría de su técnica, su excelente musicalidad y ese algo de «facilidad» al manejar el instrumento que nos hace pensar en que se trata de un singular caso de dotes naturales. Resulta asombroso verle -y oírle- manejar el arco con una firmeza nada común, con capacidad para los matices y perfecto dominio de todas las formas de ataque.Primor técnico

Dúo concertante (Strawinsky), Sonata op

100 (Brahms) y Sonata op. 18 (Strauss).Cho Liang Lin (violín)y Sandra Rivers (piano). Teatro Real 13 de enero de 1981.

Con su habitual acompañante -la excelente pianista Sandra Rivers-, Lin ofreció un Strawinsky del que recordaremos tanto el primor técnico alcanzado en la Giga como la intensidad del fraseo aplicada al Ditirambo conque culmina el Dúo concertante. Después, pianista y violinista (éste haciendo gala de una personalidad interpretativa que casi calificaríamos de impropia en un concertista tan joven) se entregaron con verdadera garra expresiva a la magistral segunda Sonata brahimsiana y a la temprana Sonata op. 18, de Richard Strauss, obra esta muy bella pero cuyos contenidos estéticos no van más allá de la efusividad romántica de Brahms. Versiones ambas no sólo impecables de ejecución, sino realmente hondas. El éxito estuvo a tono con la calidad de lo escuchado y los intérpretes hubieron de prolongar su actuación con páginas de Schumann, Kreisler y Falla.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En