Crítica:CINE

Mujer acosada

Entre la pura inspiración y los algo menos puros compromisos comerciales, John Cassavetes nos trae, tras una larga ausencia de seis años, esta historia de Gloria, enfrentada, por salvar a un niño, a sus antiguos amigos gangsters. Si casi todo el filme supone un resumen de sus mejores virtudes cinematográficas, el final añadido, virado en blanco y negro para mejor comprensión del público, supone una ligera concesión para los consabidos distribuidores.Pero, dejando a un lado tal consideración, así como la erudición obligada en estos casos sobre el cine libre de América y la importa...

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Entre la pura inspiración y los algo menos puros compromisos comerciales, John Cassavetes nos trae, tras una larga ausencia de seis años, esta historia de Gloria, enfrentada, por salvar a un niño, a sus antiguos amigos gangsters. Si casi todo el filme supone un resumen de sus mejores virtudes cinematográficas, el final añadido, virado en blanco y negro para mejor comprensión del público, supone una ligera concesión para los consabidos distribuidores.Pero, dejando a un lado tal consideración, así como la erudición obligada en estos casos sobre el cine libre de América y la importancia de este realizador en aquella frustrada empresa, conviene aclarar que esta obra de hoy realizada por el antiguo actor y director comprometido supone una de las pruebas más evidentes de su talento, que, dejando a un lado experiencias pasadas, sabe narrar con eficacia un episodio negro, en un Nueva York sombrío, donde una mujer se siente amenazada por la Mafia.

Gloria

Guión y dirección: John Cassavetes. Intérpretes: Gena Rowlands, John Adames, Julie Carmen, Buck Henri. Música de Bill Conti. Relato negro. Estados Unidos. 1980. Locales de estreno: Bulevar y Cid Campeador.

En esta ocasión, la violencia viene encarnada por la gran actriz Gena Rowlands, compañera en la vida del realizador, que a su vez ha escrito también el guión, mitad retrato psicológico, mitad trilher, dentro de la línea mejor de un Huston. La relación niño-mujer, y en cierta medida espejo de tantas otras diferentes, se ha resuelto felizmente gracias al talento de la actriz, que lleva a cabo una interpretación total, tanto cuando dispara como cuando sufre, sin olvidar su miedo ante la muerte.

Escrita para ella, la película la hace vivir manteniéndola en pie como protagonista principal y única. Junto al niño, John Adames, bastante menos afortunado. Gloria y Nueva York, una ciudad sombría, subterránea, socavada por oscuros corredores, minada de hoteles miserables, taxis que forman parte de su vida, blancos y negros unidos por esa suerte común, divididos por prejuicios raciales, suponen la esencia de esta obra cuyas imágenes adquieren fuerza especial cada vez que salimos a la calle.

Esta capacidad de otorgar una tensión poco común a las imágenes dentro de una apariencia cotidiana es la mejor muestra del talento de Cassavetes, por encima de sus ya conocidas anotaciones sociales o raciales. Hacer cine negro, hoy por hoy, supone rozar siempre un mimetismo algo más que mecánico. En este caso no ha sido así, y aun sin caer en un fácil ternurismo, los momentos menos felices son aquellos en los que la pareja recuerda fatalmente que el destino pudo convertirlos no en compañeros, sino en hijo y madre.

Como en todo este tipo de relatos -retraso y recital a un tiempo-, el filme se alarga en exceso a ratos. No así la música, en la que, como antaño, jazz clásico, orquesta y melodía sirven a la acción como en los mejores ejemplos cinematográficos.

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