Tribuna:

Burning, la malicia del "rock" madrileño

El pasado viernes, y en la sala Sol (que la semana que viene estará llena de actividad con motivo de su aniversario), el grupo Burning actuó en lo que se podría llamar la presentación de su último elevé, Bulevar.Burning, que es uno de los grupos más reciamente madrileños, es también un fenómeno extraño dentro del ambiente musical de por aquí. Cuando empezaban, hace ya más de cinco años, los Burning salían a escena vestidos de manera amenazadora. y cuando se lanzaban a tocar el Simpathy for the devil (en esa épocaeran muy stoniainos), su cantante Toño se revolcaba violentamente po...

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El pasado viernes, y en la sala Sol (que la semana que viene estará llena de actividad con motivo de su aniversario), el grupo Burning actuó en lo que se podría llamar la presentación de su último elevé, Bulevar.Burning, que es uno de los grupos más reciamente madrileños, es también un fenómeno extraño dentro del ambiente musical de por aquí. Cuando empezaban, hace ya más de cinco años, los Burning salían a escena vestidos de manera amenazadora. y cuando se lanzaban a tocar el Simpathy for the devil (en esa épocaeran muy stoniainos), su cantante Toño se revolcaba violentamente por el suelo junto al guitarra Risi. Era un espectáculo bastante fuerte, algo malsano y decididamente alejado tanto de la onda pos hippy, que entonces privaba en Cataluña, como de la dura y pasadorra que había en la capital. Como chicos de cuero negro, los Burning eran un producto atípico, difícil de catalogar y que, a pesar de todo, hacían cada vez mejor música.

El cambio fundamental llegó con una canción que no tenía nada que ver con lo que habían hecho hasta entonces, pero que tampoco se daba de patadas con su imagen. Era, cómo no., el Qué hace una chica como tú en un sitio como éste, una balada nada inocente que era también la banda. sonora de la película. Con esa canción Burning pasaba de la brutalidad a la insinuación muy bestia, como en Mueve tus caderas, pero insinuación al fin. También resultaban menos agresivos, pero como cada vez se lo hacían mejor acababan resultando más potentes, más fuertes.

Todo esto es lo que mostraron el viernes. Allí salía un grupo que, obviamente, no tenía nada que ver con el pop madrileño, un grupo nada ingenuo y que puede utilizar expresiones tan curiosas como «te deseo». Aparte de ello, los años de curro escasamente comprometido y poco o nada pasado por los filtrajes intelectuales del gran arte, les han obligado a aprender a tocar, a realizar cada vez mejores arreglos y, en resumidas cuentas, a llevar un trabajo coherente.

La actuación fue un repaso por su último disco, en el que, para seguir con la costumbre, hay cuatro canciones de otra película: Navajeros. Tanto el disco como el directo consisten en canciones bien montadas, que suenan mejor, con una mezcla de morbo y humor que se ha convertido en la imagen actual de esta gente. Frases como «En ventas hay un solo refrán: nunca te lo tragues si no te dan pari» contrastan cruda y vivamente con los viajes exóticos de muchos de los nuevos grupos madrileños. Bien es cierto que Burning es de barrio y que no tratan de mostrarse como los niños que no son, sino como un organismo, digamos, que musculoso o así. La verdad es que Burning no parece dirigirse a nadie, a ningún grupo social concreto, y, sin embargo, cada vez convencen a más. Y es que, aparte de todo, lo menos que se les puede tener es un respeto imponente.

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