"Hay mayor psicosis nuclear en Europa que en Estados Unidos"

David Brower, pionero del movimiento ecologista norteamericano, ha traído a las sesiones del Congreso de Amigos de la Tierra, clausurado el pasado día. 12 en Madrid, una de las aportaciones más interesantes, al difundir los resultados del llamado Informe 2000, elaborado en su país a petición del propio presidente Carter.

Los tres folletos que constituyen este informe, a pesar de lo sensacional de su contenido, están actualmente a la venta en Norteamérica, al alcance de cualquier persona interesada en saber cuál puede ser el resultado no sólo de una confrontación atómica entre EE UU y la...

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David Brower, pionero del movimiento ecologista norteamericano, ha traído a las sesiones del Congreso de Amigos de la Tierra, clausurado el pasado día. 12 en Madrid, una de las aportaciones más interesantes, al difundir los resultados del llamado Informe 2000, elaborado en su país a petición del propio presidente Carter.

Los tres folletos que constituyen este informe, a pesar de lo sensacional de su contenido, están actualmente a la venta en Norteamérica, al alcance de cualquier persona interesada en saber cuál puede ser el resultado no sólo de una confrontación atómica entre EE UU y la Unión Soviética, sino del actual proceso de desarrollo industrial, que por sí mismo, y según se desprende de los datos ofrecidos, puede ser igualmente destructor, aunque a más largo plazo. Sin embargo, ni David Brower ni ninguno de sus compatriotas han notado en Estados Unidos el clima de psicosis atómica que sé vive en Europa. «Precisamente fue el compañero de Amigos de la Tierra que se ocupa de América Latina el que, a su regreso de una reunión en Amterdam, vino alarmado por esta psicosis de tercera guerra mundial que se vive en el Viejo Continente. Los americanos estamos bastante más tranquilos», comenta el veterano ecologista, cuya única inquietud parece centrarse en las próximas elecciones presidenciales de su país.

«Efectivamente, nos preocupa que salga elegido Ronald Reagan, porque, dada su escasa experiencia política, se verá obligado a basarse en los conocimientos de Bush, y éste, en su programa, sí habla claramente de las posibilidades de una guerra nuclear limitada».

«Es una carrera sin sentido», comenta a este respecto David Brower, «puesto que apenas está lista una de estas sofisticadas armas queda obsoleta, ya que ha sido superada por la otra superpotencia. Sin embargo, nadie parece dispuesto a detenerse. Ninguno de los dos grandes es lo bastante suicida como para iniciar un conflicto nuclear, que, evidentemente, no podría ser limitado; pero lo que también es cierto es que ninguno está a cubierto de que se produzca un accidente, como, e hecho, ya ha sucedido. La política, hasta cierto punto pacifista, de Carter se habría visto presionada, en opinión de Brower, por las críticas de los republicanos, que le decidieron a favorecer el uso del cohete M-X, cuyas consecuencias ambientales serían terribles. «En mi opinión», añade Brower, «la ciencia, la tecnología y la ambición humana están completamente descontroladas y pueden destruir la Tierra. De hecho, Yo creo que la tercera guerra mundial ya ha estallado hace tiempo, y es una guerra contra nuestro planeta». Ante este estado de cosas, el movimiento ecologista de Estados Unidos sólo tiene una solución, que sería « la acción de los demás países que no son las superpotencias para luchar por el desarme. Ya que estamos convencidos de que en el fondo la industria nuclear pacífica no es más que una tapadera para la fabricación sin cortapisas de armas atómicas. Por ello, Norteamérica, que es el principal exportador de esta tecnología, debería dar ejemplo deteniendo el plan de construcción de centrales nucleares y las exportaciones».

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