Contra la Prensa

Ante la puerta de Diario de Navarra, es decir, en acto de servicio, ha caído, acribillado a balazos, el director de este gran periódico, José Javier Uranga. Otro atentado bárbaro e incalificable de ETA, cuya noticia nos llega cuando todavía resuenan en nuestro dolorido recuerdo los ecos de aquellos otros disparos que sacrificaron en Bilbao, también camino de su periódico, a José María Portel. Las metralletas del terrorismo han elegido, de nuevo, una víctima entre los periodistas. No por serlo tenemos, ni demandamos, privilegio alguno de inmunidad. Pero si tantas veces hemos escrito cond...

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Ante la puerta de Diario de Navarra, es decir, en acto de servicio, ha caído, acribillado a balazos, el director de este gran periódico, José Javier Uranga. Otro atentado bárbaro e incalificable de ETA, cuya noticia nos llega cuando todavía resuenan en nuestro dolorido recuerdo los ecos de aquellos otros disparos que sacrificaron en Bilbao, también camino de su periódico, a José María Portel. Las metralletas del terrorismo han elegido, de nuevo, una víctima entre los periodistas. No por serlo tenemos, ni demandamos, privilegio alguno de inmunidad. Pero si tantas veces hemos escrito condenando y lamentando los odiosos arrebatos del terrorismo, es justo que pongamos un acento especialmente dolorido cuando nos hieren en nuestra profesión, que es casi como decir en nuestra propia carne. (...)Si a lo largo de tantos atentados contra las Fuerzas Armadas y del orden se ha demostrado su decidido intento de desencadenar el caos, este nuevo crimen se condena por sí solo, porque constituye la mejor prueba del sentido que ETA tiene de la libertad de expresión, de la mordaza de terror y de muerte con que se propone silenciar a cuantos se opongan a sus trágicos designios. En su programa no cabe la discrepancia ni la oposición gallarda y limpia. Contra las voces o las plumas que heroicamente combaten el desenfreno y la locura del terror, ETA sólo tiene una respuesta de sangre y de muerte. Sin comprender que, tratando de acallar a sus acusadores con disparos de metralleta, ellos mismos levantan la más tremenda de las acusaciones contra quienes no conocen otro lenguaje que el atentado y el crimen sangriento.

Para expresar nuestro dolor y nuestra repulsa, para manifestar nuestra solidaridad profesional, no son necesarias muchas palabras. Nos bastan éstas. ( ... )

23 de agosto

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