La muerte del ex emperador iraní

El ex sha Reza Pahlevi será enterrado hoy en El Cairo con honores de jefe de Estado

«Rey de Reyes» y «luz de los arios» durante 38 años, Mohamed Reza Phalevi murió a primeras horas de la mañana del domingo, a los sesenta años de edad, en una habitación del segundo piso del hospital Meadi, en El Cairo. Al conocer la noticia, el presidente egipcio, Anuar el Sadat, dijo que sentía «profundamente» la muerte del ex sha y que, a partir de ese momento, consideraba a la familia del ex emperador como propia y bajo su custodia. En Washington, las reacciones oficiales son extremadamente discretas, esperándose que la desaparición del derrocado emperador «contribuya» a la liberación de lo...

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«Rey de Reyes» y «luz de los arios» durante 38 años, Mohamed Reza Phalevi murió a primeras horas de la mañana del domingo, a los sesenta años de edad, en una habitación del segundo piso del hospital Meadi, en El Cairo. Al conocer la noticia, el presidente egipcio, Anuar el Sadat, dijo que sentía «profundamente» la muerte del ex sha y que, a partir de ese momento, consideraba a la familia del ex emperador como propia y bajo su custodia. En Washington, las reacciones oficiales son extremadamente discretas, esperándose que la desaparición del derrocado emperador «contribuya» a la liberación de los rehenes.

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El estado de salud del ex sha se había deteriorado gravemente en la noche del sábado al domingo. Los siete médicos (cuatro egipcios y tres franceses) que le atendían no esperaban, sin embargo, tan rápido desenlace. Al hacer público el comunicado que daba cuenta de la muerte de Reza Pahlevi, los médicos dijeron que el paciente murió a causa de «un shock del sistema circulatorio, consecuencia del cáncer linfático que padecía desde hacía tiempo».La muerte del ex soberano se produjo al mes de haber sido hospitalizado por segunda vez en el complejo Meadi. Para el ex emperador, este fue un mes de intensos sufrimientos, treinta días a lo largo de los cuales no ha podido dejar el lecho más que en dos breves ocasiones.

Postrado en cama, el antiguo soberano ha sufrido dos operaciones y ha tenido que resistir, a menudo inconsciente, una fiebre misteriosa que no le ha dejado en todo el mes, además de una septicemia, un agotamiento general y, sobre todo, un cáncer del sistema linfático que le atacaba desde hace siete años.

El entierro se celebrará hoy con honores de jefe de Estado, pero sin importante representación internacional. Los países occidentales apenas enviarán a sus embajadores en El Cairo.

El féretro, trasladado a primeras horas de la mañana de hoy al palacio presidencial de Abdin, residencia habitual de Sadat, permanecerá cubierto por la bandera imperial iraní y será custodiado por una guardia de honor. A las diez de la mañana, la familia del presidente Sadat y la viuda e hijos del derrocado sha se situarán alrededor del ataúd para leer un fragmento funerario del Corán.

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A continuación, el féretro será colocado en un armón de artillería y se iniciará el cortejo hasta la mezquita de Al Rifai, donde se celebrará el entierro. En esta mezquita estuvo enterrado un tiempo el padre del sha, que murió exiliado en Suráfrica.

El presidente Sadat anunció que, pese al deseo del ex emperador de ser enterrado de forma sencilla, «mi amigo y hermano en el Islam, en la dicha y en el infortunio», recibirá todos los honores de un jefe de Estado.

Esperanza norteamericana

Las reacciones oficiales en Washington a la muerte del sha de Irán son extremadamente discretas, informa nuestro corresponsal en Washington, Ramón Vilaró. Pésame del presidente Jimmy Carter a la familia del sha, comunicado a través del embajador de Estados Unidos en Egipto. Comunicado protocolario del Departamento de Estado, que elude toda referencia a los importantes lazos históricos entre Estados Unidos e Irán en época del sha. Naturalmente, toda la explicación del discreto silencio pasa por la esperanza maI camuflada de que la desaparición del ex sha «contribuya» a solucionar la liberación de los 52 norteamericanos detenidos en Irán desde el pasado 4 de noviembre de 1979. La Casa Blanca no enviará ninguna personalidad a los funerales del ex soberano iraní. Estados Unidos estará representado por el embajador en El Cairo, Alfred Atherton.Richard Nixon, ex presidente norteamericano, se encuentra ya en El Cairo, para asistir, «a título personal», a los funerales del sha. «Fue un gran amigo de Estados Unidos, que apoyó la estrategia de paz y estabilidad en la zona. Su caída se inscribirá como una página negra en la historia de EE UU», dijo Nixon. En términos parecidos se expresó Henry Kissinger, ex secretario de Estado, esperando que la desaparición del sha sirva de «posible pretexto» para que las autoridades iraníes liberen a los rehenes.

El candidato presidencial republicano, Ronald Reagan, recordó que el emperador «fue un buen amigo de Estados Unidos», sin entrar en una defensa «a fondo de la política del sha, lo cual sería demasiado delicado con 52 rehenes norteamericanos detenidos en Irán desde hace 268 días; los republicanos no pierden ocasión para recordar que la caída del sha fue «facilitada» por la carencia de apoyo de la Administración demócrata que preside Jimmy Carter.

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