España firma la convención de la ONU contra la discriminación de la mujer

España firmó el jueves por la noche, en las sesiones de la Conferencia Mundial de la Mujer, que se celebra en Copenhague, la Convención sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra la Mujer, adoptada por la Asamiblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979. La convención plantea, entre otras medidas, que la legislación nacional deberá castigar toda discriminación de la mujer y que se estimulará la educación mixta. Asimismo, todo contrato o instrumento privado que tienda a limitar la capacidad jurídica de la mujer será considerado nulo. Para que la convención en...

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España firmó el jueves por la noche, en las sesiones de la Conferencia Mundial de la Mujer, que se celebra en Copenhague, la Convención sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra la Mujer, adoptada por la Asamiblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979. La convención plantea, entre otras medidas, que la legislación nacional deberá castigar toda discriminación de la mujer y que se estimulará la educación mixta. Asimismo, todo contrato o instrumento privado que tienda a limitar la capacidad jurídica de la mujer será considerado nulo. Para que la convención entrara en vigor se requería la firma de veinte naciones. Tras la docena de países con que se contaba los primeros días de la conferencia de Copenhague, el jueves por la noche firmaron los acuerdos 55 nuevas naciones.

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El documento aprobado el pasado diciembre por la Asamblea General de la ONU consta de treinta artículos, encaminados a lograr la igualdad jurídica entre el hombre y la mujer en todos los campos de la sociedad. Su contenido obliga a los Estados signatarios a acomodar su propia legislación y a promulgar las medidas concretas que modifiquen, según dice la introducción, «los patrones socioculturales que perpetúan la discriminación». Cualquier Gobierno signatarío que no respete su compromiso podrá ser denunciado ante los tribunales internacionales.A partir de la entrada en vigor del convenio, las mujeres españolas podrán acogerse a los siguientes principios:

- El Estado se abstendrá de incurrir en todo acto o práctica que suponga una discriminación contra la mujer y velará porque suceda lo mismo en todas las instituciones y empresas públicas o privadas.

- Derogación de todas las disposiciones penales nacionales que constituyen una discriminación (por ejemplo, la antigua legislación española, que castigaba el adulterio femenino).

- Medidas contra la explotación de la prostitucíón.

- Igualdad de derechos para adquirir, cambiar o conservar su nacionalidad y la de sus hijos, y respecto a la educación de éstos.

- Se aseguran las mismas condiciones de orientación en materia de carreras universitarias y capacitación profesional, el estímulo de la educación mixta y la modificación de libros y programas escolares discriminatorios para las niñas,

- Derecho a igual remuneración que un hombre por el mismo trabajo. Derecho a la salvaguardia laboral de la función reproductora. Prohibición tajante de despido por embarazo. Apoyo necesario para lograr que los padres -los dos- puedan combinar sus obligaciones con la familia con la responsabilidad laboral y su vida pública.

- Idéntica capacidad jurídica.

- Iguales derechos y responsabilidades durante el matrimonio y con ocisión de su disolución. Igual derecho a decidir, libre y responsablemente, el número de hijos y el intervalo entre los nacimientos. Información y medios para ejercer ese derecho.

La ceremonia de firma de la convención ha sido considerada como el primer acto positivo desde el comienzo de la conferencia, cuyos trabajos transcurren lenta mente por incidentes o dificultades ideológicas. La mayor parte de los países musulmanes se mostraron reticentes a firmar el documento, pese a aprobar las orientaciones generales de la convención, por considerar que algunas de sus cláusulas no son conciliables con los preceptos del Islam. Si firmaron, entre otros, Estados Unidos, Canadá, Francia, la Unión Soviética, China y Japón.

En la conferencia oficial de las Naciones Unidas sobre la mujer se han producido, según algunos observadores, ciertos progresos. El comité plenario, que deberá dar una nueva redacción a la parte teórica del programa para la segunda parte del decenio de la mujer, está considerando una serie de peticiones presentadas por el Tercer Mundo, países occidentales y del este europeo. Las discusiones más laboriosas se refieren a la propuesta india, en nombre de los 77, que insiste en incluir al sionismo entre las causas que obstaculizan la mejora de la situación de la mujer.

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