LAS VENTAS

Aburrimiento y emoción en la corrida hispano-portuguesa

Estoy convencido de que los organizadores de esta corrida se dijeron: «¿Qué fórmula puede haber para proporcionar a la clientela una mano de aburrimiento y otra de emoción que les levante los ánimos caídos? Pues facilito, facilito: borricos de Prieto de la Cal para rejoneadores de segtinda fila y "jeromos" malaúva para los animosos forçados -.Y el asunto les salió redondo.

Hora y media aguantamos a los jinetes españoles y lusitanos tratando de sacar partido de aquellos mulos que huían de su sombra, se entableraban y cuando embestían lo hacían a oleadas, cortando el terreno y busc...

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Estoy convencido de que los organizadores de esta corrida se dijeron: «¿Qué fórmula puede haber para proporcionar a la clientela una mano de aburrimiento y otra de emoción que les levante los ánimos caídos? Pues facilito, facilito: borricos de Prieto de la Cal para rejoneadores de segtinda fila y "jeromos" malaúva para los animosos forçados -.Y el asunto les salió redondo.

Hora y media aguantamos a los jinetes españoles y lusitanos tratando de sacar partido de aquellos mulos que huían de su sombra, se entableraban y cuando embestían lo hacían a oleadas, cortando el terreno y buscando el vientre de las jacas a hachazo limpio. Los hispanos, con el lote menos dificultoso, salieron mejor parados, en especial Luis Miguel Arranz. que cortó una oreja tras hacer doblar al toro del segundo rejonazo. De los lusos, Somers ofreció un sobrio y seguro rejoneo, clavando siempre arriba. Pero se empeñó en matar con el estoque desde el caballo y dio lugar a que sonara un aviso.

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