Golpe bajo francés y sus consecuencias

La oposición del presidente francés a la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea -puesto que de verdadera oposición se trata- ha causado estupor. Conviene, después del asombro, destacar la importancia de la oposición francesa. Porque, seamos realistas, no es sólo Giscard, sino todas las fuerzas políticas del país vecino, las que van a hacer lo posible por frenar nuestra carrera hacia Bruselas. Lo cual, dicho sea de paso, no hace sino confirmar los temores que ya exponíamos en esta misma página a raíz del durísimo informe de la Comisión de las Comunidades sobre España, allá por...

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La oposición del presidente francés a la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea -puesto que de verdadera oposición se trata- ha causado estupor. Conviene, después del asombro, destacar la importancia de la oposición francesa. Porque, seamos realistas, no es sólo Giscard, sino todas las fuerzas políticas del país vecino, las que van a hacer lo posible por frenar nuestra carrera hacia Bruselas. Lo cual, dicho sea de paso, no hace sino confirmar los temores que ya exponíamos en esta misma página a raíz del durísimo informe de la Comisión de las Comunidades sobre España, allá por las últimas semanas de 1978.En él, en efecto, se decía que las dificultades para la incorporación de España se centrarían en los productos agrícolas, concretamente «en las producciones mediterráneas». «Y tendrán por ello -añadía- repercusiones que afectarán a regiones que se encuentran ya entre las menos desarrolladas de la Comunidad». La referencia a la Francia agrícola no puede ser más clara. Dejando a un lado lo que de electoral puede tener el «pronunciamiento», un tanto destemplado, de Giscard, no puede extrañarnos que subsistan en él problemas reales, no tan importantes, si se quiere, como los originados a la Comunidad por el Reino Unido, pero suficientemente considerables para que el tema sea molesto y desagradable en época de crisis, cuando los intereses y los egoísmos nacionales se ponen más de manifiesto. ( ... )

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Tal vez haya llegado el momento de plantearse el tema global de nuestra incorporación. Acaso, junto a nuestros esfuerzos redoblados por adherirnos a lo que es nuestra vocación natural, Europa, haga falta poner en juego una política alternativa, dura, desagradable, echando sobre la mesa de la negociación otras ventajas que nuestro país ofrece a la Comunidad. Teniendo en cuenta, por supuesto, que Europa no es sólo el Mercado Común, que el precio de la defensa de Occidente hay que pagarlo y que acaso, frente a la agria reacción del Presidente Giscard, puede haber otras posturas no menos decididas -y de hecho las hay- que hablan del papel importante de España en el concierto comunitario. ( ... )

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7 de junio

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