Videla ampliará en Pekín la cooperación chino-argentina

La visita que el presidente argentino, general Jorge Videla inicia el jueves en Pekín, por expresa invitación de los dirigentes de aquel país asiático, tras visitar Kenia y entrevistarse con las autoridades keniatas, reafirma la paradoja que representan las excelentes relaciones comerciales existentes entre uno de los países más anticomunistas del mundo y los dos colosos del comunismo mundial, la Unión Soviética y China. EI viaje es, además, una confirmación del interés chino por penetrar, política y económicamente, en Latinoamérica.

Argentina y China disponen de un amplio acuerdo d...

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La visita que el presidente argentino, general Jorge Videla inicia el jueves en Pekín, por expresa invitación de los dirigentes de aquel país asiático, tras visitar Kenia y entrevistarse con las autoridades keniatas, reafirma la paradoja que representan las excelentes relaciones comerciales existentes entre uno de los países más anticomunistas del mundo y los dos colosos del comunismo mundial, la Unión Soviética y China. EI viaje es, además, una confirmación del interés chino por penetrar, política y económicamente, en Latinoamérica.

Argentina y China disponen de un amplio acuerdo de cooperación comercial firmado, ahora hace un año, durante la visita, que realizó a Pekín el «superministro» de Economía José Martínez de Hoz. Dicho convenio establece ventas de algunos productos agrícolas argentinos, como trigo y algodón, a China. Los observadores anticipan que los acuerdos serán ampliados con ocasión de la visita de Videla a Pekín, sobre todo en el terreno tecnológico y de productos manufacturados.El actual Gobierno de Buenos Aires mantiene, igualmente, excelentes relaciones comerciales con Moscú. Hace dieciséis meses se estableció un acuerdo entre los dos países, por el cual la Unión Soviética se comprometía a adquirir, durante diez años, todos los excedentes agrícolas argentinos.

Es evidente que existen razones políticas para explicar las magníficas relaciones comerciales entre un país oficialmente tan anticomunista como Argentina y las naciones más representativas de esta corriente ideológica. En primer término, ni Moscú ni Pekín han dicho una sola palabra sobre la legitimidad del sistema impuesto tras el golpe de Estado de 1976.

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