FALLECIÓ EL GRAN PAISIJISTA MANCHEGO

Renovador del paisaje español

La obra de Benjamín Palencia (Barrax, Albacete, 7 de julio de 1894) ocupa uno de los primeros puestos según la oponión común de los críticos, en el arte contemporáneo español. Su aportación ha supuesto, por encima de todo, y de ella han aprendido generaciones siguientes, un ahondamiento en la propia identidad, en la de su tierra y en la de los hombres de España.A los siete años comienza a dibujar, y a los doce, en contra de la voluntad de su padre, un modesto zapatero con siete hijos, marchó a Madrid «dispuesto a ser pintor». A esa edad pintó su primer cuadro y poco después conoció a Solana, c...

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La obra de Benjamín Palencia (Barrax, Albacete, 7 de julio de 1894) ocupa uno de los primeros puestos según la oponión común de los críticos, en el arte contemporáneo español. Su aportación ha supuesto, por encima de todo, y de ella han aprendido generaciones siguientes, un ahondamiento en la propia identidad, en la de su tierra y en la de los hombres de España.A los siete años comienza a dibujar, y a los doce, en contra de la voluntad de su padre, un modesto zapatero con siete hijos, marchó a Madrid «dispuesto a ser pintor». A esa edad pintó su primer cuadro y poco después conoció a Solana, cuyas obras causaban entonces escándalo en las salas de exposiciones madrileñas. Durante seis años aprendió técnicas pietóricas copiando cuadros de El Greco y Velázquez, en el Museo del Prado, y dibujando y pintando directamente al natural escenas de los barrios populares madrileños.

La obra auténticamente pictórica de Benjamín Palencia se inició -como defiende el crítico José Corredor-Matheos, en el último libro sobre el pintor, editado hace un año por Espasa-Calpe-, cuando se extendían por Europa las tendencias surgidas en París que inauguraban un nuevo entendimiento del arte. Esta época coincidió con lo que este mismo crítico ha definido como revelación del arte (1915-1924). «A la construcción de raíz cubista se sumaría, en esta época, un apasionamiento y una intuición que será uno de los factores más enriquecedores de su pintura.»

En este período es también cuando Benjamín Palencia conoce a Juan Ramón Jiménez, y, a través de éste, a Antonio Machado, Ortega y Gasset, León Felipe, Unamuno y García Lorca. Este último le nombraría, en 1925, director artístico del grupo La Barraca, para el que pintó decorados y figurines. A raíz de su relación con escritores y poetas, Benjamín Palencia incorporaría a su vida y obra la combinación de pintura y poesía que ya no abandonaría.

Cubismo y surrealismo

A raíz de sus viajes a Italia y a París (1925-1928) Benjamín Palencia se inclina por el cubismo y más adelante inicia una aventura vanguardista (1929-1939), en la que predomina en él el surrealismo y la abstracción. En este tiempo se presenta a la Exposición de Artistas Ibéricos, junto a Dalí, Cossio, Arteta, Ucelay y otros.La impresión producida por la guerra civil, contienda que le sorprende en Madrid, y sus largas residencias en el campo, en soledad frente a sí mismo, promueven su vuelta a la naturaleza. El paisaje y sus figuras se convierten en el tema fundamental de su obra, hasta el punto que él ha dicho que su principal aportación a la pintura española ha sido el descubrimiento de una nueva concepción del paisaje español, sobre todo del castellano.

Soltero «por voluntad de dedicarse plenamente al arte», Benjamín Palencia ha ocupado sus últimos años en un proceso de creación ininterrumpida que ha culminado en innumerables exposiciones. En 1978, el rey don Juan Carlos le concedió la medalla de oro de Bellas Artes. Previamente, el artista había donado al Museo Arqueológico, Etnográfico y de Bellas Artes de Albacete 115 obras, fechadas entre 1933 a 1977.

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