Crítica

Accardo, Lauret y la Sinfónica de RTVE

Salvator Accardo, que desde muy joven figura entre los «grandes» de la violinísitica europea, volvió a Madrid para protagonizar, con la Sinfónica de RTVE, bajo la dirección de Benito Lauret, el Concierto de Beethoven. Hablar de los valores virtuosísticos de Accardo es ganas de perder el tiempo. Los posee todos y en el más alto grado. Cuando tocó, como «encore», la obra de Paganini, produjo un asombro general y provocó la misma pregunta de otras veces: ¿es posible lo que estamos escuchando? Lo es, así como que a la fabulosa técnica añade el violinista napolitano un criterio musical rigur...

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Salvator Accardo, que desde muy joven figura entre los «grandes» de la violinísitica europea, volvió a Madrid para protagonizar, con la Sinfónica de RTVE, bajo la dirección de Benito Lauret, el Concierto de Beethoven. Hablar de los valores virtuosísticos de Accardo es ganas de perder el tiempo. Los posee todos y en el más alto grado. Cuando tocó, como «encore», la obra de Paganini, produjo un asombro general y provocó la misma pregunta de otras veces: ¿es posible lo que estamos escuchando? Lo es, así como que a la fabulosa técnica añade el violinista napolitano un criterio musical riguroso y efectivo, de expresividad transparente y de sentido constructivo fuerte y flexible. Contando con la estupenda colaboración de Benito Lauret, que por algo fue un muy buen violinista, y los profesores de la Orquesta Sinfónica de la RTVE, Accardo logró un éxito fuera de lo común.Antes, Lauret nos dio una claramente explicada versión de un poema sinfónico de Jesús Guridi, En un barco fenicio. Data de 1925 y, aunque por aquellas fechas, el compositor había manifestado su vasquismo en obras como las Leyendas, de 1915, en el caso de este poema se mueve dentro de unos cánones postromanticistas, más tocados de influencia francesa que de narrativismo straussiano. Llama la atención la gran factura orquestal y la naturalidad de los desarrollos sinfónicos.

No estuvo menos feliz Benito Lauret -cada día más maduro en técnica y pensamiento- a la hora de traducir la Sinfonía de la reforma (excelentemente comentada por Miguel Alonso), pues supo unir el gran aliento que la mueve a la transparente textura que la informa. Un éxito a destacar en la carrera de Lauret.

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