Brasil ha reconocido a la OLP a cambio de petróleo iraquí

El Gobierno brasileño firmó con Irak, la semana pasada, el Pacto de Bagdad, por el cual permitió el funcionamiento de una oficina de la OLP en Brasilia y acordó la transferencia de tecnología nuclear a aquel país. Brasil desea de este modo tener garantizado el abastecimiento de petróleo en 1980 y en los años siguientes a precio de la OPEP.La información fue destacada el domingo por el diario Jornal do Brasil, que señala que por dicho acuerdo la Braspetro -entre estatal petrolífero brasileño para actividades en el exterior- desistió de la explotación del supercampo de Majnoon, el mayor d...

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El Gobierno brasileño firmó con Irak, la semana pasada, el Pacto de Bagdad, por el cual permitió el funcionamiento de una oficina de la OLP en Brasilia y acordó la transferencia de tecnología nuclear a aquel país. Brasil desea de este modo tener garantizado el abastecimiento de petróleo en 1980 y en los años siguientes a precio de la OPEP.La información fue destacada el domingo por el diario Jornal do Brasil, que señala que por dicho acuerdo la Braspetro -entre estatal petrolífero brasileño para actividades en el exterior- desistió de la explotación del supercampo de Majnoon, el mayor del mundo, que lo descubrió en régimen de contrato de riesgo.

Asimismo, en contrapartida al suministro de uranio bruto y enriquecido, la venta de armas y la instalación de una fábrica de blindados en Irak, el Gobierno de esa nación se comprometió, además de garantizar el suministro del crudo, a indemnizar íntegramente a la Baspetro por las inversiones realizadas y la contratará para la prestación de servicios en Majnoon.

Además, Irak dará participación a empresas brasileñas de ingeniería y consulta para la ejecución de sus proyectos nacionales, en un intento de amenizar la balanza comercial entre los dos países, que presenta un saldo negativo para Brasil de 97.500 millones de pesetas.

El nuevo pacto comercial y político que el Gobierno brasileño efectuó «con su principal aliado en el momento», según Jornal do Brasil, fue rubricado por las recientes misiones diplomáticas a los países árabes de los ministros Camilio Pena, de Industria y Comercio, y el superministro de Planificación, Antonio Delfim Netto, principal mentor del llamado «milagro económico brasileño», orquestadas en Brasilia por el canciller Ramiro Saraiva.

El Gobierno brasileño no prestaba hasta entonces la debida importancia a las relaciones bilaterales con Irak, el principal abastecedor de petróleo para Brasil, así como con Arabia Saudí e Irán.

Los tres países proporcionan el 82,1% de las importaciones brasileñas de petróleo, con los siguientes porcentajes, aproximados, en 1979: 40%, Irak; 35%, Arabia Saudí, y 8%, Irán.

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En el caso de Irak, analiza Jornal do Brasil, las concesiones brasileñas podrán parecer a primera vista exageradas o, incluso, apuradas.

En la ofensiva diplomática brasileña, con el compromiso del presidente João Baptista Figueiredo y de los ministros que tienen gabinetes de trabajo en el palacio de Planalto, se llegó al punto de destacar como embajador en Bagdad al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Samuel Alves, «para atender a la petición del Gobierno de Irak, que deseaba tener un embajador con línea directa con el presidente».

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