Tribuna:

Pepe Luís, entre el arte y la demagogia

El pasado domingo, en Las Ventas, hubo público que quiso reventar la actuación de Pepe Luis Vázquez, en su repetición en Madrid, y luego, tras la evidencia de su toreo puro, restarle importancia al triunfo.Es asombroso cómo la demagogia se ha desatado para desequilibrar y aun hundir a este torero de excepción. Desde el tendido, algunos sectores, a coro, le gritaban: «¡Becerrista, hijo de papá! », y cuando iniciaba la que luego sería gran faena, acentuaron sus descalificaciones, con evidente intención de desmoralizarle, y le voceaban: «Torero, torero», en tono de burla.

Cuando dab...

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El pasado domingo, en Las Ventas, hubo público que quiso reventar la actuación de Pepe Luis Vázquez, en su repetición en Madrid, y luego, tras la evidencia de su toreo puro, restarle importancia al triunfo.Es asombroso cómo la demagogia se ha desatado para desequilibrar y aun hundir a este torero de excepción. Desde el tendido, algunos sectores, a coro, le gritaban: «¡Becerrista, hijo de papá! », y cuando iniciaba la que luego sería gran faena, acentuaron sus descalificaciones, con evidente intención de desmoralizarle, y le voceaban: «Torero, torero», en tono de burla.

Cuando daba la vuelta al ruedo, con la merecida oreja del novillo en la mano, alguien que estaba cerca de nosotros perdió los nervios y gritaba: «La oreja es un regalo. ¡Fuera! ¡Fuera!». «Pero, ¿a qué viene eso, hombre?», preguntaba otro. «A que no ha tenido ningún mérito, porque su padre tiene un cortijo.» Hubo que responderle: «Bueno, y el padre de Beethoven tenía una bandurria, ¿y qué?»

Entre la calidad asombrosa de Pepe Luis y la inaudita demagogia que su irrupción sensacional en la fiesta ha suscitado parece que se va a mover su carrera profesional de aquí en adelante, y puede suponerle un calvario. Parece que algunas facciones -desde luego las más ruidosas, por lo que se ve- han olvidado que la historia del toreo se jalona con la ejecutoria de las grandes dinastías toreras, mediante las que se transmite el arte de torear en línea de pureza, con todo el repertorio de la tauromaquia, y esto es un gran beneficio para el espectáculo, pues da lugar a que técnica y arte prevalezcan sobre las oleadas de degeneración y mediocridad que, por épocas, en ocasiones demasiado amplias, como ha ocurrido en los últimos años, asolan la fiesta.

Pepe Luis Vázquez, que en su ebut en Madrid ha lidiado reses de mayor presencia y fuerza que otros novilleros punteros en similares circunstancias -recuérdese las presentaciones de El Mangui, Mario Triana, etcétera-, podrá llegar o no a figura, pero, de momento, en dos tardes ha ejecutado el mejor toreo a la verónica y al natural que se haya hecho en Las Ventas durante muchos años, incluidas las faenas mejores de las principales figuras, y ha producido una verdadera conmoción en los graderíos, que se llenaron de aficionados verdaderos, muchos de los cuales hacía años que no pisaban Las Ventas. Y resulta que a un torero así, en virtud de no se sabe qué extraño purismo, le querían cerrar el paso.

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