Llenazo en el callejón
Un espectador se preguntaba ayer: esos 2.574 señores que, más o menos, están todos los días en el callejón, ¿tienen todos una función específica allí? En el callejón de Las Ventas pasa lo que en el entorno de la fiesta: que cada uno anda por donde le viene en gana. Salvamos, naturalmente, al público, y no por demagogia, sino porque hay, una evidencia: si no paga, no entra en la plaza, y, una vez allí, ha de pasar por carros v carretas. Pero volvamos a lo del callejón, donde el llenazo habitual es una continua molestia para la lidia, y un riesgo inútil, pues un buen día va a saltar un toro (suc...
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Un espectador se preguntaba ayer: esos 2.574 señores que, más o menos, están todos los días en el callejón, ¿tienen todos una función específica allí? En el callejón de Las Ventas pasa lo que en el entorno de la fiesta: que cada uno anda por donde le viene en gana. Salvamos, naturalmente, al público, y no por demagogia, sino porque hay, una evidencia: si no paga, no entra en la plaza, y, una vez allí, ha de pasar por carros v carretas. Pero volvamos a lo del callejón, donde el llenazo habitual es una continua molestia para la lidia, y un riesgo inútil, pues un buen día va a saltar un toro (suceso que no es insólito, por cierto) y si lo hace por donde hay más multitud, puede organizar una verdadera escabechina. Ese trágico espectáculo es el que la autoridad debe prevenir.