Las armas del "Allul" eran para el Ejército español

Según la agencia de prensa Belga, que reproduce la respuesta del ministro belga de Asuntos Exteriores a una pregunta parlamentaria, el cargamento de armas del buque español Allul fue encargado por las Fuerzas Armadas españolas a la empresa nacional de armas belga, por intermedio de la sociedad Barreiros Hermanos Internacional.La pregunta escrita a Henry Simonet, jefe de la diplomacia belga, fue presentada por el diputado socialista Ernest Glinne, que se basa en informaciones aparecidas en un semanario belga de expresión flamenca que atribuía el cargamento de armas del Allu...

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Según la agencia de prensa Belga, que reproduce la respuesta del ministro belga de Asuntos Exteriores a una pregunta parlamentaria, el cargamento de armas del buque español Allul fue encargado por las Fuerzas Armadas españolas a la empresa nacional de armas belga, por intermedio de la sociedad Barreiros Hermanos Internacional.La pregunta escrita a Henry Simonet, jefe de la diplomacia belga, fue presentada por el diputado socialista Ernest Glinne, que se basa en informaciones aparecidas en un semanario belga de expresión flamenca que atribuía el cargamento de armas del Allul para Africa del Sur, país al que el Gobierno belga, como otros europeos, aplica un embargo de suministro de material militar. El ministro Simonet precisa que: «A finales de septiembre, el buque Allul, navegando bajo pabellón español, embarcó un cargamento de fusiles FN encargado a la firma belga por las Fuerzas Armadas españolas, por medio de la sociedad madrileña Barreiros Hermanos Internacional, habitualmente mandataria para operaciones de este género.»

«El navío en cuestión -prosigue la nota- debía descargar su mercancía en Bilbao. Después de abandonar el puerto de Zeebrugge, el barco hizo escala en Rochester (Gran Bretaña) donde la documentación detallando su carga fue verificada, como es normal, por las autoridades portuarias competentes. Al comprobar que se trataba de un transporte de armas, las autoridades británicas, siempre vigilantes en esta materia por las razones sabidas, retuvieron el barco durante dos días para asegurarse del carácter regular de la operación.»

«Habiendo verificado, a la vista de los documentos facilitados, que no se trataba de contrabando y que el transporte no representaba ningún carácter ilegal, las autoridades británicas dejaron marchar el barco y su cargamento. Preocupado por esta peripecia administrativa, el capitán decidió reenviar a Zeebrugge el cargamento en cuestión. Una vez realizado continuó su ruta. No se trataba, pues, de ningún envío ilegal a destinación de un país sometido a embargo «dice la nota del Ministerio de Asuntos Exteriores, difundida a través de la agencia Belga.

«Conviene -concluye- no perder de vista que las autoridades belgas controlan el destino de todo transporte por medio de un certificado ad hoc de destinación final adjunto a la licencia necesaria para toda exportación de armas procedentes de territorio belga, y comprendido los casos de tránsito.»

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