Kirk Douglas, el final de una era

ENVIADO ESPECIAL, Kirk Douglas muestra esa solidez física que contribuyó a crearle una imagen imborrable de héroe o de antihéroe del cine americano. Sonríe permanentemente aunque a veces da la impresión de que después de la sonrisa vendrá una tormenta verbal, como las que, interpretando el papel de un coronel francés, lanzaba contra sus superiores militares en la epopeya de Stanley Kubrick Los caminos de la gloria. En sus apariciones públicas en Deauville (Francia), en cuyo festival de cine de Estados Unidos ha recibido un homenaje, Kirk Douglas ha sido todo lo contrario de ese ser ...

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ENVIADO ESPECIAL, Kirk Douglas muestra esa solidez física que contribuyó a crearle una imagen imborrable de héroe o de antihéroe del cine americano. Sonríe permanentemente aunque a veces da la impresión de que después de la sonrisa vendrá una tormenta verbal, como las que, interpretando el papel de un coronel francés, lanzaba contra sus superiores militares en la epopeya de Stanley Kubrick Los caminos de la gloria. En sus apariciones públicas en Deauville (Francia), en cuyo festival de cine de Estados Unidos ha recibido un homenaje, Kirk Douglas ha sido todo lo contrario de ese ser duro e implacable que su rostro podría denunciar.Aparte de sus características físicas, que siguen invariables, a pesar de los rumores que existían sobre sus esfuerzos quirúrgicos por mantener artificialmente los rasgos de su cara, Kirk Douglas presume de poseer una cierta lucidez sobre su vida y sobre la historia del cine americano. «Quiero escribir una autobiografía ahora -señaló en Deauville- porque me siento representante del final de una era, y considero que mis hijos y la gente de su edad no conoce muchas de las cosas que han pasado.»

No es trágico ni melodramático, pero en sus gestos aparece el ser fabricado por Hollywood. Habla, desabotonándose de vez en cuando, su camisa rosa, como si ya estuviera dictando ese libro, «que quizá no escriba nunca». Kirk Douglas, 62 años, es hijo de emigrantes judíos rusos. El mismo enseñó a su madre a leer y a escribir y de la noche a la mañana, en América, dice el señor Douglas, «me encontré que pasaba de la edad media a los tiempos modernos». Fue a la universidad, estudió arte dramático, hizo lo que quiso y esa libertad suya se ha traducido hasta ahora en su actuación en más de sesenta filmes. En dos de ellos, Scalawag (1973) y Posse (1975), fue director. Esta expencia, a pesar de la buena acogida que tuvo el último de los filmes citados, no debió ser excelente para Kirk Douglas. «Yo me he dado cuenta de que sólo quiero ser una cosa. He sido actor, he sido productor y he dirigido películas, quizá en una época un poco tardía de mi vida. Ahora, únicamente quiero volver a ser actor. »

Kirk Douglas es un carácter similar al de Norman Jewison, el director de Rollerball y Un violinista en el tejado, entre otros grandes éxitos cinematográficos. Sin embargo, al revés que este último, Kirk Douglas ha vivido desde el inicio de su carrera artística siendo moldeado por los creadores de imágenes de Hollywood. Jewison, por ejemplo, abandona Estados Unidos y su maquinaria de superproducciones para ayudar al joven cine de Canadá, su país. Kirk Douglas regresa a Arizona (Estados Unidos) para ponerse a las órdenes de un director norteamericano que le usará como villano en un western titulado precisamente The villain (El villano).

Recuperar el tiempo perdido

Kirk Douglas ha querido, como Steve McQueen, como otra gente de su generación, recuperar el tiempo perdido, crearse una nueva imagen imposible. Para eso hizo Van Gogh, y para ello trata ahora desesperadamente de lograr «un director francés, una película francesa en la que yo pueda hablar en francés». Pero vuelve al western, «donde prácticamente se inició mi carrera como actor. Creo que la vida cinematográfica es un círculo constante. Uno termina haciendo aquello que siempre hizo. Algo parecido pasa con las modas de la filmografía. Hace unos años nadie haría en los estudios norteamencanos otra cosa que películas sobre diversos desastres: desastres marinos, desastres urbanos... Luego vino la moda espacial: todo debía ser espacial. Y surgieron La guerra de las galaxias, Encuentros en la tercera fase. Ahora la manía es hacer películas de discotecas. Esas manías consecutivas fueron rotas por una película excepcional, Alguien voló sobre el nido del cuco, cuyo éxito convenció a los productores de que era posible dar libertad a los directores y a los guionistas para buscar argumentos de gran profundidad.»

Esa película, Alguien voló sobre el nido del cuco, ha sido en cierta manera traumática para Kirk Douglas. El intentó producirla, porque la había llevado al escenario teatral. Le fue imposible. No consiguió ni el dinero, ni los actores, ni el director adecuado. Su hijo, Michael, lo logró. Para él fue la lección que le hizo abandonar definitivamente el sector de la producción cinematográfica.

Kirk Douglas critica las manías de los cineastas de su país de llevar a la pantalla siempre los mismos temas. Sin embargo, él va a participar, bajo la dirección de Stanley Donen, en un proyecto cinematográfico que incluye la actuación de Farratt Fawcett Mayors, la bellísima actriz norteamericana, y que versa sobre un viaje sin retorno al espacio. La obra se titulará Saturno 3, y comenzará a rodarse en Londres en fecha próxima.

Al Paccino, Robert de Niro, Dustin Hoffman son, para Kirk Douglas, los mejores actores norteamericanos de hoy, pero «pienso que, al contrario de lo que ocurría en mi generación, la mayor parte de ellos son gente con mucho talento que carecen de ductilidad para realizar filmes con temáticas que difieran de manera total». En el mundo de los nuevos directores él se siente, dice, «como el padreque aprende de sus hijos. En mi trabajo con De Palma, Scorsese o Spielberg he tenido ocasión de comprobar algo que Po ocurría antes: los directores jóvenes son amigos entre sí, se intercambian ideas, se ayudan a sacar adelante sus películas. Son, además, capaces de romper con las trampas comerciales que les persiguen y que a veces les obligan en Estados Unidos a realizar filmes que a ellos no les interesan en absoluto».

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