Crítica:CINE

El otro desencanto

Hace tiempo un filme insólito en el cine español obtuvo un éxito poco común ante cierto tipo de público. El desencanto venía a sacar a la luz cierto tipo de problemas generacionales. Como nexo de unión ligaba a éstos una desilusión a la que el título aludía hacia personas y actitudes, hacia un tiempo, en suma, representado muy certeramente en un cuadro familiar interpretado por sus auténticos protagonistas.Este nuevo filme, Noche de curas, nos presenta un desencanto diferente: el de cinco sacerdotes católicos que, reunidos en una aldea olvidada, recuerdan para sí y para los demás...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Hace tiempo un filme insólito en el cine español obtuvo un éxito poco común ante cierto tipo de público. El desencanto venía a sacar a la luz cierto tipo de problemas generacionales. Como nexo de unión ligaba a éstos una desilusión a la que el título aludía hacia personas y actitudes, hacia un tiempo, en suma, representado muy certeramente en un cuadro familiar interpretado por sus auténticos protagonistas.Este nuevo filme, Noche de curas, nos presenta un desencanto diferente: el de cinco sacerdotes católicos que, reunidos en una aldea olvidada, recuerdan para sí y para los demás, sus días en el seminario y su perdida vocación, desde su ingreso en aquél hasta su posterior salida de la Iglesia en los años sesenta.

Noche de curas

Dirección: Carlos Morales Mengotti.Fotografía: Augusto Fernández Balbuena. Montaje: Gloria Carrión. Filme encuesta. Color . España. 1978. Local de estreno: Peñalver.

Su memoria se remonta a los días de su infancia en algunos, en otros a su tardía vocación, a razones más inmediatas; unos y otros componen un cuadro vivo y real, una especie de mesa redonda rural al estilo de las que la televisión actual nos suele ofrecer en sus pantallas, aliviada en esta ocasión por parodias de lecciones absurdas y canciones de gran belleza a veces como aquella cuyo estribillo repite «Alrededor del Papa...», de agudas resonancias medievales.

Realizado el filme exactamente como era preciso, su guión aparece también eficazmente estructurado en materias y cronología, cubriendo la trayectoria de los protagonistas, desde las cosechas de niños en los pueblos, hasta el momento de secularizarse. En tal confesión aparecen capítulos importantes como las clases, las lecturas prohibidas, los castigos, la presencia y ausencia de la mujer, las devociones, las vacaciones al pueblo natal con su rosario de advertencias previas, junto con los problemas de obediencia o la importancia de la Iglesia en la guerra civil española.

No es preciso subrayar la importancia de tales temas, tratados subjetivamente si se quiere, pero vivos y actuales, a partir de una serie de experiencias, de un esfuerzo por hallarse a sí mismos, por recuperar a la postre un lenguaje, una actitud respecto a los demás españoles dentro y fuera de la Iglesia como simples ciudadanos. Pues en realidad su proceso, en un país como el nuestro, nos atañe en alguna medida a todos. No en balde se nos habla de la enseñanza religiosa en la postguerra y hoy, del papel de la mujer en la actual sociedad, de las razones de cristianos y católicos, de mirar hacia lo alto.

Quizá uno de los mayores aciertos del filme, bien fotografiado y con un montaje excelente, sea el de mostrarnos la evolución de cada personaje, todos reales y espontáneos, ver cómo en tan breve plazo se enfrentan y discuten, cumpliendo a su modo una nueva ceremonia de autoacusación en espíritu de humildad y caridad, como en el viejo seminario.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En