Cartas al director

La pesca y Cerón

He seguido con gran interés los debates que han tenido lugar primero en la Comisión de Asuntos. Exteriores del Congreso de Diputados y después en su Pleno, sobre la ratificación del acuerdo de pesca entre España y Marruecos, así como la serie de comentarios y artículos que el periódico EL PAÍS ha venido publicando al respecto (días 8, 9 y 11 del corriente mes). Y sin entrar en la polémica de opiniones que se han producido sobre dicho acuerdo, sí hay algo que me haproducido una gran satisfacción personal.

Ello ha sido la serie de apreciaciones elogiosas que se han vertido sobre el acta d...

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He seguido con gran interés los debates que han tenido lugar primero en la Comisión de Asuntos. Exteriores del Congreso de Diputados y después en su Pleno, sobre la ratificación del acuerdo de pesca entre España y Marruecos, así como la serie de comentarios y artículos que el periódico EL PAÍS ha venido publicando al respecto (días 8, 9 y 11 del corriente mes). Y sin entrar en la polémica de opiniones que se han producido sobre dicho acuerdo, sí hay algo que me haproducido una gran satisfacción personal.

Ello ha sido la serie de apreciaciones elogiosas que se han vertido sobre el acta de pesca de 14 de noviembre de 1975 -que ha sido calificado en los comentarios del periódico EL PAÍS como «auténtica bicoca» y de gran éxito negociador para España-. Porque dicho acta tiene un nombre y dos apellidos, los de José Luis Cerón Ayuso. En efecto, fui yo como ministro de Comercio del último Gobierno de Franco quien en discusiones apretadas con una serie de ministros marroquíes y entre ellos el propio jefe de Gobierno y el ministro de Asuntos Exteriores de aquel país, negoció y concluyó tal acuerdo en una sesión que terminó en la madrugada del día 13 de noviembre de 1975.

No me cabe duda de que con esta carta estoy pecando de evidente falta de modestia. Pero es tan raro que en estos momentos se enjuicien favorables y positivamente actuaciones políticas y administrativas de aquella época que no puedo menos de sucumbir a la tentación de destacarlo.

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