FESTIVAL DE BELGRADO

El humor de Luis Buñuel clausura el certamen

El pasado fin de semana concluyó, en Belgrado, la octava edición del Festival de Festivales en el que se recogen una selección de las películas exhibidas durante el año anterior en los mejores festivales cinematográficos del mundo.La traca final supuso la presencia en la capital yugoslava de actores y actrices como Robert de Niro (New York-New York), Sissy Spacek (Tres mujeres), Gian María Volonté, que presentaba su filme Nene, en calidad de director, Ives Boisset (El taxi malva), Damiano Damiani y Juan Antonio Bardem (El puente), una selección de estrell...

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El pasado fin de semana concluyó, en Belgrado, la octava edición del Festival de Festivales en el que se recogen una selección de las películas exhibidas durante el año anterior en los mejores festivales cinematográficos del mundo.La traca final supuso la presencia en la capital yugoslava de actores y actrices como Robert de Niro (New York-New York), Sissy Spacek (Tres mujeres), Gian María Volonté, que presentaba su filme Nene, en calidad de director, Ives Boisset (El taxi malva), Damiano Damiani y Juan Antonio Bardem (El puente), una selección de estrellas del espectáculo con un nivel de concurrencia perfectamente digno e infrecuente en festivales de países socialistas, si bien es cierto que Yugoslavia es, sin duda, el menos socialista de los países del este europeo, lo que debe de constar para solaz y regocijo de las prácticas cotidianas de comportamiento de los turistas y visitantes.

La película que clausuró el festival fue Ese oscuro objeto de deseo, de Luis Buñuel, proyectada ya en el último Festival de Cine de San Sebastián y que supone una muestra del sentido del humor del autor de Viridiana, y un notable incremento del erotismo en su que hacer tradicional. En Belgrado estaba Silvermann, productor de las últimas películas de Buñuel y de quien se venga irónicamente el realizador en uno de sus gags: la acción transcurre en Sevilla. Un potentado -Silvermann es uno de los productores judíos con mayor fama de negociante del cine europeo- sale de su lujosa mansión y le dice a su chofer que se dirija «al Banco». Al girar la llave de contacto del fastuoso automóvil, chofer, vehículo y productor vuelan por los aires ante la indolente mirada de Fernando Rey. El público tributó una gran ovación al finalizar la proyección.

Elisa, vida mía, de Carlos Saura, y El puente, de Bardem, fueron recibidas también con gran atención y llenos rebosantes en sus respectivas salas. Bardem comentó a los periodistas sus proyectos más inmediatos. En estos momentos se encuentra a la busca del dinero suficiente que produzca su proyecto Complot, una película sobre la matanza del bufete laboralista de la calle de Atocha. Tiene también una importante invitación de los soviéticos para dirigir una superproducción con el tema de Fuenteovejuna, de Lope de Vega. No es la primera vez que las autoridades soviéticas invitan a un realizador extranjero a dirigir un filme. Tal fue el caso de Kurosawa y su espléndida Dersu Uzala. Al parecer, Bardem había propuesto un tema más reciente -la vida en Moscú de los exiliados españoles-, pero las tan mencionadas autoridades «no están por la labor».

El simposium sobre Historia y Cine terminó al mismo tiempo que el festival, y es de destacar que no se produjeron bajas apreciables, lo que parecía difícil a tenor del grado de aburrimiento de sus sesiones.

Un festival perfectamente organizado, con una selección de películas congruente con sus fines y una asistencia de realizadores, actores y periodistas más que notable.

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