Crítica:CINE

El mismo esquema

El cine pornográfico nació un poco más tarde que el cine a secas y lo hizo en la clandestinidad: prohibido por fuera y libre por dentro. Pese a todos los impedimentos y persecuciones, poco a poco, fue abriéndose sitio dentro de la industria cinematográfica con la colaboración de un amplio sector de público compuesto por incondicionales y curiosos.Pese a algunos intentos -más bien balbuceos- el cine porno es cine malo. Las películas pornográficas están mal escritas, mal filmadas, mal iluminadas, mal interpretadas... Son una serie de escenas sin ninguna cohesión, a través de...

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El cine pornográfico nació un poco más tarde que el cine a secas y lo hizo en la clandestinidad: prohibido por fuera y libre por dentro. Pese a todos los impedimentos y persecuciones, poco a poco, fue abriéndose sitio dentro de la industria cinematográfica con la colaboración de un amplio sector de público compuesto por incondicionales y curiosos.Pese a algunos intentos -más bien balbuceos- el cine porno es cine malo. Las películas pornográficas están mal escritas, mal filmadas, mal iluminadas, mal interpretadas... Son una serie de escenas sin ninguna cohesión, a través de las cuales un muy limitado número de variaciones es repetido hasta el infinito; son, en definitiva, subproductos realizados con un descuido tan descarado que no hace falta ser un lince para descubrir tras ellos la autoría de unos mercaderes que van al grano, sin ningún tipo de remilgos. Un cine sucio con un mercado limitado. Fue entonces cuando apareció Emmanuelle como un intento de porno de qualité, de buen gusto. El nuevo producto se autoetiquetaba con el ambiguo calificativo de erótico. Contra la suciedad del hard core, Emmanuelle aportaba su higiene. Para hacer el porno dirigible hay que reprimirle. Así, este nuevo modelo inventa unas nuevas reglas, reglas regresivas, claro está. Estas normas para el buen gusto se reducen a dos. 1) No mostrar jamás el sexo de los actores y 2) Mayor cuidado técnico del producto. Se toman prestados el lenguaje, el estilo y los actores del cine publicitario, se cuidan la fotografía, los decorados y los escenarios naturales.

Emmanuelle II, ll´antivierge (Emmanuelle, la antivirgen)

Director: Francis Giacobetti. Guión: Bob Elia, basado en la novela de Emmanuelle Arsan. Fotografia: Robert Fraisse. Música: Francis Lai. Intérpretes: Sylvia Kristel, Umberto Ursini, Catherine Rivel, Carofine Laurence. Francesa, 1975. Locales de estreno: Apolo y Postas

En España, ha sido este género, de tan reciente invención, el que está jugando el papel de introductor del verdadero cine porno. Junto con lo que se ha dado en llamar destape constituye el porno de la transición.

Esta segunda Emmanuelle nada añade a la primera. Se limita a repetir el esquema de la anterior: misma protagonista (Sylvia Kristel), actor maduro al lado de ella (allí Alain Cuny, aquí Umberto Orsini), escenarios exóticos, largas parrafadas moralistas y explicatorias, esteticismo formal, final sin pies ni cabeza.

La nueva calificación «S» no debe afectar a la banda sonora ya que los subtítulos traducen baiser por besar y cosas por el estilo, como si no hubiésemos tenido suficiente con los años que hemos soportado la ridícula, hoy ya totalmente aceptada, expresión de hacer el amor.

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