Crítica:CINE

Un didactismo pueril

Dentro de la feria México 77 tuvo lugar una pequeña muestra de cine mexicano, compuesta por cuatro filmes: Tiburoneros, de Luis Alcoriza -con asistencia del autor-; El castillo de la pureza, de Arturo Ripstein; El cumpleaños del perro, de Jaime Humberto Hermosillo y, cerrando la muestra, Mina, viento de libertad, superproducción mexicana dirigida por el español Antonio Eceiza.Antonio Eceiza fue uno de los pioneros de aquello que se llamó nuevo cine español. Comenzó codirigiendo dos cortometrajes con Elías Querejeta, para cuya productora realizaría más tarde ...

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Dentro de la feria México 77 tuvo lugar una pequeña muestra de cine mexicano, compuesta por cuatro filmes: Tiburoneros, de Luis Alcoriza -con asistencia del autor-; El castillo de la pureza, de Arturo Ripstein; El cumpleaños del perro, de Jaime Humberto Hermosillo y, cerrando la muestra, Mina, viento de libertad, superproducción mexicana dirigida por el español Antonio Eceiza.Antonio Eceiza fue uno de los pioneros de aquello que se llamó nuevo cine español. Comenzó codirigiendo dos cortometrajes con Elías Querejeta, para cuya productora realizaría más tarde De cuerpo presente (1965), El último encuentro (1966) y Las secretas íntenciones (1969). Después, siete años de silencio que se han roto con una película de presupuesto más bien alto, rodada al otro lado del océano.

Mina, viento de libertad

Director: Antonio Eceiza. Producción mexicana, 1976.

Francisco Xavier Mina nació en el tumultuoso año de 1789. El 2 de mayo de 1808 le sorprendió estudiando en la Universidad de .Zaragoza., Aquel mismo día, Xavier Mina tomaba las armas y se lanzaba a luchar al lado de su tío Espoz y Mina, al que los franceses llamarían le petit roi de Navarre. Después de un año de lucha, a Xavier ya se le conoce como Mina el mozo. Pero en 1810 cae prisionero de los franceses. Cuatro años en el castillo de Vincennes. De vuelta a España, de nuevo junto a su tío defiende la restauración de la Constitución de 1812. Sus esfuerzos no conducen a nada. Entonces intentan tomar al asalto la ciudadela de Pamplona. Fracasan. Espoz y Mina huye a Francia. Xavier a Londres, refugio de liberales españoles que huyen del absolutismo de Fernando VII.

En 1816, Xavier Mina llega con unos cuantos compañeros a Estados Unidos. Su propósito es pasar lo antes posible a México para unirse a los insurgentes, diezmados tras la derrota y muerte de Morelos. Mina desembarca al frente de su cosmopolita tropa en la provincia de Tamaulipas, en abril de 1817. Tras las primeras y rápidas victorias sobre los ejércitos realistas de los generales Armiñán y Ordóñez, es nombrado jefe de los e ércitos insurgentes, pero poco después es derrotado en Guanajato, apresado y fusilado. Tenía veintisiete años.

La película de Antonio Eceiza transcurre en 1817. Se abre con la llegada a México de Mina, y se cierra con su muerte. El personaje tiene un evidente interés, pero Eceiza lo desaprovecha. Para empezar, la campaña mexicana de Mina no es en absoluto lo más atrayente de su biografía. La película está impregnada, de principio a fin, de un didactismo pueril, ese didactismo que no sirve a nadie, ni siquiera como justificación y del que siempre echan mano los autores del, mal cine político. Se nos pinta un Mina héroe que no convence ni como héroe ni como hombre. Los personajes parecen más bien marionetas recitando los pesados y falsos parlamentos que Eceiza pone en su boca. Un filme, en resumen, que no se salva en ningún momento de la mediocridad y la demagogia.

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