Crítica:

Una aventura amoral

Los azares censoriales de este país harán probablemente de Les valseuses un éxito en virtud de sus atrevidas escenas de sexo. Y, sin embargo, pocas películas nos ofrecen el sexo de una manera tan natural, desenvuelta e hilarante.El descaro de esta película comienza en su título, que debería haberse traducido simplemente Las pelotas, y que aquí han cambiado por el absurdo de Los rompepelotas. Los testículos son, en efecto, el punto de partida de esta irreverente historia. Pierrot y Jean-Francois son dos jóvenes golfos arrancados de una novela de René Fallet, una doble puest...

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Los azares censoriales de este país harán probablemente de Les valseuses un éxito en virtud de sus atrevidas escenas de sexo. Y, sin embargo, pocas películas nos ofrecen el sexo de una manera tan natural, desenvuelta e hilarante.El descaro de esta película comienza en su título, que debería haberse traducido simplemente Las pelotas, y que aquí han cambiado por el absurdo de Los rompepelotas. Los testículos son, en efecto, el punto de partida de esta irreverente historia. Pierrot y Jean-Francois son dos jóvenes golfos arrancados de una novela de René Fallet, una doble puesta al día del Michel Poiccard de About de souffle, dos alegres marginados cuyo código moral no tuviese más que una sola regla: les copains d`abord.

Les valseuses

Guión de Bertrand Blier, basado en su propia novela. Director: Bernard Blier. Fotografia: Bruno Nyutten. Música: Stéphane Grapelli. Intérpretes: Gerard Depardieu, Patrick Dewaere, Miou-Miou, Jeanne Moreau, Brigitte Fossey Francia. Comedia, 1974. Local de estreno: Urquijo.

Al intentar devolver un coche que han robado, uno de ellos es herido en un testículo y el miedo a una posible impotencia será el motor de esta historia en la que uno no sabe jamás qué va a ocurrir en el siguiente plano. Cada nuevo coche que roban supone no sólo un cambio de lugar sino también de ritmo y estilo.

Blier pasa de la comedia al policíaco o al tono grave y trágico del episodio de la ex presidiaria (interpretado por Jeanne Moreau) para, seguidamente, burlarse de su propia seriedad.

Blier describe la absurda trayectoria de sus dos personajes sin concesiones de ningún tipo. Ni explota el posible lado romántico de la historia ni se busca ningún tipo de coartada o referencia cultural. De aquí el agresivo vitalismo de toda la película.

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