Tribuna:

Uruguay: "Gracias por reprimir, pero ahora váyanse"

Uno de los más renombrados políticos uruguayos, el ex senador Enrique Erro, dijo una vez en la Cámara de Representantes de su país: «Ustedes han apretado un botón que permitió la intervención de los militares; ¿conocen también el botón que los obligue a retirarse?».Eso fue en 1973, poco antes de la disolución del Parlamento. Después de cuatro años de ejercicio directo del gobierno, y varios más de control indirecto, los mil¡tares uruguayos han anunciado que se realizarán elecciones en noviembre de 198 1. Atentos alas formalidades de costumbre, la novedad se presentó como una medida adoptada po...

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Uno de los más renombrados políticos uruguayos, el ex senador Enrique Erro, dijo una vez en la Cámara de Representantes de su país: «Ustedes han apretado un botón que permitió la intervención de los militares; ¿conocen también el botón que los obligue a retirarse?».Eso fue en 1973, poco antes de la disolución del Parlamento. Después de cuatro años de ejercicio directo del gobierno, y varios más de control indirecto, los mil¡tares uruguayos han anunciado que se realizarán elecciones en noviembre de 198 1. Atentos alas formalidades de costumbre, la novedad se presentó como una medida adoptada por el presidente civil, Aparicio Méndez, y el Consejo de Ministros, haciendo suya «una proposición de la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas».

Pero la incógnita subsiste y el botón por el que reclamaba Erro no será una realidad hasta que con total libertad los uruguayos estén depositando su voto en las urnas.

E ' 1 anuncio persigue en lo inmediato ampliar un espacio político reducido al máximo en este momento por la situación interna y las presiones internacionales, fundamentalmente por parte de Estados Unidos, hasta hace unos meses elprincipal sostén del proceso uruguayo.

Después de años de distorsión, la economía uruguaya ofrece datos ineludibiemente críticos. El salario real alcanzó el nivel más bajo en lo que va de la actual década, la deuda externa es de 1.035 millones de dólares y la política de minidevaluaciones es constante. El origen de estos resultados hay que ubicarlos en el momento en que el entonces presidente, Héctor Pacheco Areco, -actualmente embajador uruguayo en España- firmó una carta de intención con el Fondo Monetario Internacional. También conuenza allí la práctica de la violencia en Uruguay, porque entre otras «sugerencias», el FMI proponía congelar salarios y créditos. Dos medidas que ineludiblemente traen aparejadas una tensión social creciente, lo que obligó a incluir como parte del . programa económico a la represión.

A partir de ese momento,. más de 40.000 personas han desfilado por las cárceles uruguayas y las cifras de torturados se elevan a 5.000; en un país con sólo 2.500.000 habitantes significa tener «el más alto porcentaje de prisioneros políticos del mundo», según admitió el parlamentario americano Church. El aparato represivo asciende a 100.000 hombres, la enseñanza fue intervenida y desmantelada, implantada la censura total, se suspendieron por quince años los derechos políticos de todos los candidatos a cargos electivos en los comicios de 1966 y 197 1, pusieron al poderjudicial bajo control directo de¡ ejecutivo y explicaron la situación mediante un acta en la que se dice que «los derechos humanos deben regularse en función de la seguridad interna». -

Finalmente, la crisis comenzó a manifestarse. Presionado por la situación interna e internacional, Carter inició su nueva política basándola en la campaña por los derechos humanos, y el secretario. de Estado, Cyrus Vance, anunció, en febrero, la disminución de la ayuda militar a Uruguay. Dentro de un aporte anual de millones de dólares la incidencia económica es mínima, pero produjo una explosión política.

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Paralelamente, en marzo, veinte militares uruguayos fueron confinados por firmar un documento en el que pidieron reformas constitucionales, un referéndum y reclaman una apertura política «antes de que sea demasiado tarde».

Desatadas las contradicciones internas, el principal dirigente del Partido Colorado -uno de los dos partidos tradicionales del Uruguay-, Jorge Batlle, habló públicamente y dijo que los militares habían intervenido para «consagrar la libertad. No el orden y la seguridad sin libertad. El tiempo de la guerra ha terminado, más para ellos que para nosotros». En otras palabras, gracias por reprimir, pero ahora váyanse.

El líder del otro partido, el Blanco, Wilson Ferreyra Aldunate, permanece atento desde Londres. Su hijo ocupa una oficina del Consejo Mundial de Iglesias, en Washington, informa sobre Uruguay y mantiene contactos con parlamentarios norteamericanos. El tiempo del acuerdo entre ambos partidos -no tienen diferencias sustanciales- ha llegado nuevamente.

Mientras tanto, sectores de izquierda, incluido el Partido Comunista, hicieron desde México un llamamiento «a la más amplia unidad de todas las fuerzas opuestas a la dictadura» y propiciarán, «de común acuerdo y en forma unitaria, acciones de lucha destinadas a obtener la libertad de todos los presos políticos».

Sumergido en la crisis económica, sin base social de apoyo, abandonado por sus amigos de Estados Unidos y sometido a una presión internacional, los días ael Gobierno de Aparicio Méndez y los militares estaban contados. Al anunciar la fecha de las elecciones no ha hecho mas que definir cuándo le gustaría morir. Con todo, cuatro años de agonía parece bastante tiempo como para no esperar sorpresas de cualquier tipo.

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