Editorial:

Autogestión y participación

ALGUNAS FRASES pronunciadas por el ministro de Trabajo han producido sorpresa en los medios empresariales y polémica en los círculos de opinión. La alusión acerca de la conveniencia teórica de que los propios trabajadores elijan a los directivos de las empresas se inscribe en las perspectivas de los grupos autogestionarios, y así lo han puesto de relieve varios observadores. La Unión de Centro ha ido con un programa diferente a las elecciones e incluso algunos partidos de izquierda suscribirían con dificultades afirmación semejante.La idea de que sean los trabajadores quienes elijan a sus patr...

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ALGUNAS FRASES pronunciadas por el ministro de Trabajo han producido sorpresa en los medios empresariales y polémica en los círculos de opinión. La alusión acerca de la conveniencia teórica de que los propios trabajadores elijan a los directivos de las empresas se inscribe en las perspectivas de los grupos autogestionarios, y así lo han puesto de relieve varios observadores. La Unión de Centro ha ido con un programa diferente a las elecciones e incluso algunos partidos de izquierda suscribirían con dificultades afirmación semejante.La idea de que sean los trabajadores quienes elijan a sus patrones es inconcebible en el marco de una economía de mercado y libre empresa como la propuesta por el actual modelo español. El empresario es un elemento indispensable para el funcionamiento de los sistemas que rigen en Occidente; máxime en países como el nuestro, en el que los empresarios medianos y pequeños juegan un decisivo papel en la industria ligera, el comercio minorista y las explotaciones agrarias. Sin duda muchos de ellos, por no decir la mayoría, son electores de la Unión de Centro y eso explica su perplejidad por esas declaraciones gubernamentales, fuera de tono y lugar.

Sin embargo, pueden extraerse también algunas conclusiones positivas de toda esta historia. Porque una de las contrapartidas que los asalariados seguramente pedirán a cambio de la contención o momentánea reducción de su capacidad adquisitiva (expresada en un alza de salarios no proporcional a la subida de los precios) es una información adecuada sobre el destino que se da a sus sacrificios, especialmente en lo que concierne a la política de inversiones, y una participación suficiente, a través de sus representantes sindicales, en la adopción de decisiones sobre el funcionamiento de la empresa. Aquí tiene el Gobierno una espléndida tarea a realizar sin necesidad de romper los moldes de la libre empresa ni de pronunciamientos demagógicos.

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