Crítica:CINE

Una cuestión de tiempo

Minnelli ha sido un autor mal comprendido por unos y elevado por otros a los altares. Pocos profesionales del cine mundial han sido capaces de concitar, simultáneamente, tantas respuestas contradictorias, desde la adoración al ostracismo. Como muchos colegas de su edad -nació en 1913-, la mayor parte de su carrera coincidecon el momento dorado del sistema de producción de Hollywood, antes de la llegada de la televisión. Su filmografía abarca casi todos los géneros -con un especial énfasis en el «musical» y la comedia- y presenta una gran irregularidad y profundos altibajos, que no sólo son imp...

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Minnelli ha sido un autor mal comprendido por unos y elevado por otros a los altares. Pocos profesionales del cine mundial han sido capaces de concitar, simultáneamente, tantas respuestas contradictorias, desde la adoración al ostracismo. Como muchos colegas de su edad -nació en 1913-, la mayor parte de su carrera coincidecon el momento dorado del sistema de producción de Hollywood, antes de la llegada de la televisión. Su filmografía abarca casi todos los géneros -con un especial énfasis en el «musical» y la comedia- y presenta una gran irregularidad y profundos altibajos, que no sólo son imputables a su incapacidad, sino al procedimiento aberrante de trabajo que todavía perdura en el cine americano, donde el realizador es una pieza más de la gran maquinaria controlada por el productor, verdadero responsable de la totalidad de la obra. Sólo de vez en cuando, y como auténtica excepción, se produce el milagro, un pequeño resquicio donde el cineasta puede expresar algo más que su habilidad técnica. Entonces, la afortunada conjunción de ideas, colaboradores y una dosis superior de libertad, permiten la existencia de esa media docena de obras en las que Minnelli -un latinoamericano de la generación anterior a la de los Coppola, de Niro, Scorsese y demás-, demuestra un genio creador de primer orden.Nina, el último producto que lleva su firma después de un largo paréntesis de seis años, no es una obra excepcional, pero no deja de ofrecer elementos atractivos, especialmente para sus entusiastas incondicionales, que encontrarán abundantes muestras de la inconfundible forma de hacer de Minnelli, y, sobre todo, una meditación agria sobre uno de sus temas dominantes: el implacable paso del tiempo sobre los seres humanos, y la necesidad de envejecer dignamente, de traspasar las experiencias de los viejos a los jóvenes. Con una estructura transparente, calcada del melodrama sentimental y de los cuentos de hadas, a partes iguales, Nina es una enésima versión de la Cenicienta, acentuando la narración agridulce y el carácter nostálgico del relato. Su hija Liza demuestra su clase excepcional e Ingrid Bergman nos hace lamentar -en una histriónica imitación de Lila Kedrova-, la vieja obsesión de actores y actrices por querer parecer más viejos jóvenes de lo que son, pero nunca por aparentar su verdadera edad. Un coro ocasional de ilustres intérpretes internacionales, en efímeras apariciones, completa el reparto.

Nina (A Matter of Time)

Guión de John Gay,según la novela de Maurice Druon. La volupté d'etre. Dirección: Vicent Minnelli. Fotografía: Geoffrey Unsworth. Intérpretes: Liza Minnelli, Ingrid Bergman, Gabriele Ferzetti, Tina Marquand, Charles Boyer, Fernando Rey. Estreno, Cine Albéniz.

Lo peor de Nina es su involuntario carácter de testamento, de recopilación de temas y estilos que desearíamos ver, más a menudo, en la pantalla.

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