Cartas al director

Mentalidad colonial

Me acojo a su amabilidad para contestar a la carta del jefe de ser vicio de prensa de la Embajada de Italia: publicada en EL PAIS.Esa carta confirma públicamente la verdad de lo expuesto por lo padres españoles al señor ministro de Educación y Ciencia ya que pone abiertamente de manifiesto la rotunda negativa de la Embajada de Italia a aceptar la competencia de dicho Ministerio sobre el Líceo Italiano, a pesar de que éste se encuentra en territorio español, se rige por un acuerdo cultural está obligado a tener un 50 % de alumnos españoles e imparte una enseñanza que, contrariamente a lo afirma...

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Me acojo a su amabilidad para contestar a la carta del jefe de ser vicio de prensa de la Embajada de Italia: publicada en EL PAIS.Esa carta confirma públicamente la verdad de lo expuesto por lo padres españoles al señor ministro de Educación y Ciencia ya que pone abiertamente de manifiesto la rotunda negativa de la Embajada de Italia a aceptar la competencia de dicho Ministerio sobre el Líceo Italiano, a pesar de que éste se encuentra en territorio español, se rige por un acuerdo cultural está obligado a tener un 50 % de alumnos españoles e imparte una enseñanza que, contrariamente a lo afirmado en esa carta y de acuerdo con lo exigido por el Gobierno español para la convalidación de estudios, no es exclusivamente italiana.

Esta actitud de la embajada no es nueva, puesto que ya lo expuso públicamente el anterior presidente del consejo de administración del liceo en una carta publicada en EL PAIS en fecha 24 de septiembre pasado. Unos días después, la asesoría jurídica del Ministerio de Educación y Ciencia emitió un in forme en el que afirma la validez de la aplicación al Liceo Italiano de las «dísposiciones relativas al régimen docente y económico, de control y aprobación de precios y a su inscripción en el Registro». El Ministerio dejó bien clara la competencia, denegando al liceo la autorización para aumentar sus precios.

En cuanto a las gestiones de la embajada ante el Ministerio de Educación y Ciencia, en contra de lo que dice el señor Verdereme, no nos han causado la más mínima sorpresa. Nos hemos limitado a denunciarlas al señor ministro como una injerencia en la Administración española, puesto que la embajada italiana, como tal embajada, no tiene en España otro interlocutor legal que el Ministerio de Asuntos Exteriores. Lo que denunciamos es que se esgriman argumentos diplomáticos ante el Ministerio de Educación y Ciencia. La comunicación de las tarifas a este Ministerio es precisamente una de las gestiones de la embajada, que con, una simple comunicación oficiosa ha pretendido eludir el verdadero y único trámite legal a cumplir: la presentación oficial de las tarifas por parte de la dirección del centro para la preceptiva autorización.

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Por tanto, ese 50 % de padres españoles que, en espera de una nueva autorización oficial, están pagando las últimas tarifas legalmente aprobadas, están ejerciendo un derecho, y no pueden ni deben ser coaccionados y amenazados con la expulsión de sus hijos por estar cumpliendo las leyes de su país. La afirmación del señor Verdereme de que el liceo «ha pedido y seguirá pidiendo» unas tarifas, de momento ilegales, no se puede considerar otra cosa que un gratuito y poco diplomático desafío. El mismo juicio nos merece la negativa del cónsul de Italia a reconocer la asociación de padres de alumnos -debidamente aprobada por el Ministerio de la Gobernación alegando su ilegalidad en el liceo por estar constituida con arreglo a una ley española.

El error de la embajada es querer convertir en un problema político lo que es simplemente un problema jurídico-administrativo y extender equivocadamente a la escuela la extraterritorialidad diplomática. Aceptar este principio sería tanto como aceptar que los españoles, al entrar en el Liceo Italiano entran en un país extranjero, renunciando automáticamente a todo derecho y a toda protección de sus propias leyes.

Representante de los padres de alumnos españoles en el consejo de administración del Liceo

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