Tribuna:

Aceptables perspectivas en las relaciones comerciales hispano-sovíeticas

En el verano de 1972 se estuvo en un tris de establecer relaciones diplomáticas con la URSS, aunque todo quedó en un acuerdo comercial aquel año. Parece que la oposicíón a las relaciones se debió al almirante Carrero, aunque quizá el propio jefe del Estado debía tener sus opiniones. Los rusos y nuestro ministro de Asuntos Exteriores, señor López Bravo, estaban clara mente a favor de la normalización. La postura de los rusos era explicable. Durante bastante tiempo evitaron relaciones con un régimen que de un modo u otro había esta do vinculado con los enemigos de la «democracia» en la segunda g...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

En el verano de 1972 se estuvo en un tris de establecer relaciones diplomáticas con la URSS, aunque todo quedó en un acuerdo comercial aquel año. Parece que la oposicíón a las relaciones se debió al almirante Carrero, aunque quizá el propio jefe del Estado debía tener sus opiniones. Los rusos y nuestro ministro de Asuntos Exteriores, señor López Bravo, estaban clara mente a favor de la normalización. La postura de los rusos era explicable. Durante bastante tiempo evitaron relaciones con un régimen que de un modo u otro había esta do vinculado con los enemigos de la «democracia» en la segunda guerra mundial. Además, los rusos habían frenado en seco cualquier aspiración de los países socialistas de su zona de influencia, cuando España reafizó algún. gesto por llegar a una normalización diplomática. Pero en 1972 Portugal seguía siendo un país colonialista a ultranza, y la Grecia de los coroneles era un difícil interlocutor. Los rusos estaban interesados en tener una cabeza de puente en el sur de Europa y nuestra diplomacia estaba ya suficientemente persuadida de la imposibilidad de relaciones diplomáticas plenas con cualquier país socialista de la zona -incluída Rumania y excluida Yugoslavia. que tenía otros motivos de reticencia- sin pasar antes por la ventanilla soviética. Unase al cuadro el que las relaciones con el Mercado Común no progresaban de un modo satisfactorio.La apertura al Este habría significado la posibilidad de un mayor dinamismo para nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores. Las cosas se torcieron. Los diplomáticos españoles tuvieron que seguir inventándose cometidos y funciones, pero el acuerdo comercial con la URSS facilitó en gran medida el desarrollo de los intercambios. Entre 1972 y 1976 el valor de las exportaciones españolas ha aumentado en un 137 %, mientras que las ventas a la URSS lo han hecho en un 242 %; nuestras compras de productos soviéticos han crecido en un 475 % frente a un incremento del 167 % de nuestras importaciones totales. La intensidad de este crecimiento está muy explicada por las bajas cifras de partida, pero el propio acuerdo también contenía los gérmenes de un progreso. En efecto, se suprimía una serie de trabas administrativas, las dos, partes se concedían un trato no menos favorable que el otorgado en cualquier otro país y se establecieron oficinas consulares y comerciales.

Ahora, semanas antes de las elecciones, el Ministerio de Asuntos Exteriores, actuando con enorme cautela y discreción, ha abierto casi simultáneamente, relaciones diplomáticas con los países socialistas. Sea bienvenida esta iniciativa que va a permitir un acceso más fácil a los burócratas comunistas y, al mismo tiempo, permitirá que los funcionarios españoles relacionados con el exterior puedan especializarse en sus funciones propias. los diplomáticos en la política y los comerciales en la economía. Esta especialización es particularmente importante para desentrañar, sobre todo en los países socialistas, cuáles son las fuentes de decisión y quiénes las personas más apropiadas.

El mercado soviético

Las posibilidades con la URSS no son inmensas, pero tampoco son despreciables. En 1976 hemos comprado a la URSS mercancías por valor de 11.000 millones de pesetas (160 millones de dólares) y le hemos vendido por valor de 6.700 millones de pesetas (97 millones de dólares). Aproximadamente, un 55 % de nuestras compras son crudos de petróleo, destacando también el aceite de girasol, madera, algodón y maquinaria para minería, obras públicas, y, algunas máquinas herramientas. Las exportacionds españolas más importantes corresponden a vinos y licores, p,roductos derivados del petróleo -suministros en Canarias a su flota pesquera-, textiles y calzado, siderúrgicos, agrios y, últimamente, alguna partida importante de cebada.

En 1976, sin embargo, se han ido detectando indicios de unos mayores deseos por parte de la URSS. Se ha hablado de operaciones triangulares para abastecimiento de Cuba, con compensaciones de mercancías soviéticas; asimismo parece posible la venta de una fábrica de productos químicos, por un valor próximo a los 2.000 millones de pesetas y, quizá, la construcción de hoteles, por empresas españolas. En el terreno de la minería hay en principio buenas posibilidades de compra de carbón térmico ruso y de ventas españolas de minerales no metálicos -espatoflúor, magnetita, etcétera-, por un valor equivalente. El restablecimiento de relaciones diplomáticas debe permitir el planteamiento serio de un amplio programa de cooperación en materia de pesca. La flota soviética que utiliza las bases de las Canarias, pesca alrededor del 50 % de todas las capturas efectuadas por la URSS y, sin embargo, las reparaciones realizadas en nuestros astilleros son menos importantes que las realizadas en Italia. España tiene una excelente experiencia en la comerciafización del pescado. y la URSS posee una magnífica tecnología pesquera, lo que podía ser un elemento muy importante para una explotación conjunta en aguas del Atlántico suroriental.

La URSS y España están en condiciones de poder aumentar rápidamente sus intercambios y sus relaciones económicas. España vende una serie de bienes de consumo -agrios, calzados, textiles, etcétera-; productos intermedios -siderúrgicos, químicos-, maquinaria, instalaciones y barcos de pesca, perfectamente asimilables por el mercado soviético. Esto exige una mejor disposición de las autoridades y emprésas soviéticas y una promoción comercial española más intensa. La URSS vende a España petróleo, carbón térmico y maquinaria, productos que el mercado español puede absorber en cantídades bastante superiores a las actuales. En definitiva, «las condicíones objetivas» son, hoy por hoy, y a pesar de la crisis, suficientemente propicias, sinser extraordinarias.

Archivado En