Tribuna:DIARIO DE UN SNOB

Julio Verne

Entre las cosas estupefacientes que nos ha traído don Carlos Arias Navarro, en esta su resurrección de la carne hepatítica y regreso desde Aravaca (aunque se diría que viene de un poco más allá, del Valle de los Caídos), entre esas cosas, digo, está el nuevo estilo dialéctico que ahora usa. Por ejemplo, ha dicho:-A Girón le, leíamos textos de Franco para que evolucionase, pero como si le leyésemos a Julio Veme.



Eh, qué es eso, alto ahí, don Carlos, y vaya enterándose. Julio Cortázar, cuando estuvo en Madrid recién, me firmó uno de sus libros, donde es...

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Entre las cosas estupefacientes que nos ha traído don Carlos Arias Navarro, en esta su resurrección de la carne hepatítica y regreso desde Aravaca (aunque se diría que viene de un poco más allá, del Valle de los Caídos), entre esas cosas, digo, está el nuevo estilo dialéctico que ahora usa. Por ejemplo, ha dicho:-A Girón le, leíamos textos de Franco para que evolucionase, pero como si le leyésemos a Julio Veme.

Eh, qué es eso, alto ahí, don Carlos, y vaya enterándose. Julio Cortázar, cuando estuvo en Madrid recién, me firmó uno de sus libros, donde está el relato Julios en acción (de Verne a Cortázar). Fernando Savater, el único filósofo joven interesante que ha dado nuestra descangallá Facultad (y por eso mismo preferido académicamente) acaba de publicar un libro admirable: La infancia recuperada, donde canta, asimismo, a Julio Verne. Porque ocurre, don Carlos, que a Verne lo ha heredado la izquierda, mientras que a Franco sólo lo ha heredado usted.

Ya sabía yo de la compleja formación literaria de Arias desde que un verano, en Salinas, donde veraneaba siendo una de las muchas cosas importantes que ha sido, no recuerdo ahora cuál, le dijo a un periodista:

-Este verano estoy leyendo mucho. Por ejemplo, he leído Chacal y Oh, Jerusalén.

Con razón piden los memoriones de este periódico más altura personal a nuestros políticos. Si pienso. en don Manuel Azaña leyendo Chacal entre los libros de Valera y Horacio, puedo tener un desprendimiento de retina histórica. Parece suponer den Carlos, que a Girón no le interesa nada Julio Verne, lo cual es revelador del espíritu reaccionario, quietista, conservador y pasatista de ambos políticos, porque Verne es el padre de la anticipación, del futuro, el profeta científico y literario del hombre nuevo.

Arias, con su afirmación, deja entrever que la prosa de Franco era tan aburrida para Girón como la de Verne, pero los estructuralistas y el profesor Alarcos pondrán el grito en El Pardo, porque si Verne fue el escritor del futuro por antonomasia, Franco fue el escritor del pasado por antonomasia.

Verne siempre se remitía al porvenir y Franco siempre se remitía al pasado remoto, al imperio, a las esencias, a Fernando el Católico y al Apóstol Santiago. La utillería progresista de Verne está hecha de submarinos, cohetes espaciales y globos que dan la vuelta al mundo. La utillería conservadora de Franco estaba hecha de leyes fundamentales, cruzadas, sindicatos verticales, imperios y destinos en algo. Lo único que les emparenta un poco es la insistencia Ambos son monotemáticos. Verne insiste en viajar hacia el futuro del hombre y Franco en viajar hacía el pasado pasando por Cifesa.

Así que don Carlos Arias, con sus alegorías (que además ahora están prohibidas), ha faltado a Franco, ha faltado a Julio Verne y ha faltado a Girón. Mal empieza usted su vuelta al murido en menos de ochenta días que faltan para las elecciones, jefe. También puede ocurrir que Arias crea que Franco era como Verne: un autor de anticipación, un visionario, un hombre que oteaba el futuro. Centinela de Occidente le llamó a Franco Luis de Galinsoga, en libro que, según los arúspices, no está escrito por Galinsoga. Eso estaría dentro de la ciencia-ficción Carrero/López Rodó, Muñoz Alonso/Iglesías Selgas y otros penenes en francología.

La verdad de la vida, don Carlos, para que usted se aclare, es que a Julio Verne lo ha heredado la izquierda progresista y a Franco lo ha heredado Alianza Popular. Girón estaba en su derecho de quedarse monolítico cuando usted le leía textos de Franco. Incluso los monolitos se distraen más con Julio Verne.

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