El grupo "Zaj"

Con motivo de las jornadas de Nova Música organizadas por Animación-Recherche-Confrontación del Museo de Arte Moderno de la ciudad de París, ha tenido lugar en el auditorium del mismo un intenso programa de conciertos. Entre los grupos participantes se encontraba el grupo ZAJ (Juan Hidalgo, Walter Marcheti, Esther Ferrer), conocido por el público español, al actuar varias veces en nuestro país, la última con motivo de la exposición de Martín Chirino en la Galería Juana Mordó de Madrid.

El grupo presentó un programa diferente cada día: Tamarán, de Juan Hidalgo; ...

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Con motivo de las jornadas de Nova Música organizadas por Animación-Recherche-Confrontación del Museo de Arte Moderno de la ciudad de París, ha tenido lugar en el auditorium del mismo un intenso programa de conciertos. Entre los grupos participantes se encontraba el grupo ZAJ (Juan Hidalgo, Walter Marcheti, Esther Ferrer), conocido por el público español, al actuar varias veces en nuestro país, la última con motivo de la exposición de Martín Chirino en la Galería Juana Mordó de Madrid.

El grupo presentó un programa diferente cada día: Tamarán, de Juan Hidalgo; Secreto a voces, de Juan Hidalgo y J'aimerais jouer avec un piano qui aurait une grosse queue, de Walter Marcheti, (que daba su título a la frase que escribió Eric Satie en la revista editada por F. Picabia).

Las jornadas estaban organizadas con la colaboración de la Cramps Recors, editorial milanesa que tiene un amplio programa de grabaciones y que ha sacado ya discos de John Cage, Robert Asley, Kofic (The entire musical work of Marcel Duchamp), Miguel Angel Coria, José y Jesús Arce Jxalaparta 75 iraila), Walter Marcheti (La caccia) y Juan Hidalgo (Tamarán), entre otros.

El público parisino conoce ya al grupo ZAJ puesto que ha actuado varias veces en esta ciudad (Museode Arte Moderno, Universidad de Vincennes, Universidad de la Sorbone, mayo 1968) y quizás por eso de ser público parisino y porque soi-disan está habituado a representaciones de vanguardia, es un espectador frío y distante por lo que ZAJ, que contra lo que muchos piensan no busca la participación del público, ni intenta provocarlo, realizó su programa con su habitual calma-tranquilidad, dejando al espectador la absoluta libertad de reacción y sobre todo, de interpretación. Las intervenciones fueron más bien curiosas, e interrogativas, los espectadores que interesados siguieron el curso del concierto, los que no lo estaban se limitaron al abandono.

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