Crítica:CRITICA DE EXPOSICIONES

Robert Smith

«Divertir a los demás.» La actual exposición de Robert Smith se aviene, en buena medida, al conocido consejo del pintor René Bertholo. Divertir a los demás, interesar, si se quiere, a los demás, atraer la atención de los otros. ¿Cómo? Descubriendo imágenes familiares al ojo del visitante y acertando a combinarlas con otras no codificadas ni codificables, cuya existencia sólo es posible en los límites del cuadro.«Antes del viaje, en el viaje y después del viaje.» Tampoco había de avenirse mal a esta trilogía irinerante la exposición del buen pintor yanqui afincado hace tiempo entre nosotros. El...

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«Divertir a los demás.» La actual exposición de Robert Smith se aviene, en buena medida, al conocido consejo del pintor René Bertholo. Divertir a los demás, interesar, si se quiere, a los demás, atraer la atención de los otros. ¿Cómo? Descubriendo imágenes familiares al ojo del visitante y acertando a combinarlas con otras no codificadas ni codificables, cuya existencia sólo es posible en los límites del cuadro.«Antes del viaje, en el viaje y después del viaje.» Tampoco había de avenirse mal a esta trilogía irinerante la exposición del buen pintor yanqui afincado hace tiempo entre nosotros. El artista nos relata cómo eran sus obras antes del viaje que el pasado año llevó a cabo por Grecia, Egipto, Turquía y Marruecos, da cumplido testimonio de lo que por tales tierras vio e hizo, y deja constancia de lo que pensó y pintó, ya de retorno.

Robert Smith

Galería Vandrés. Don Ramón de la Cruz, 26.

El primer apartado constituye, de hecho, una pequeña antología (a contar de 1971), en que la mezcla ponderada, según dije, de imágenes familiares e imágenes no codificadas, cobra condición de ejemplo. Se nos hace ver cómo un arco de medio punto, o de herradura, puede sustentar la densidad de la atmósfera y la fijeza de un sueño, cómo un pétalo se convierte en labio, y éste en filamento y en nave y en nube y en falo o axila..., y en lo que usted dé en imaginar, al margen de toda idea de codificación.

El pintor, en el segundo apartado, empieza por mostrar a usted los utensilios de que se valió en el viaje y los recuerdos que de él se trajo. Pasa luego a narrar, obra por obra, lo que vio (las pirámides, el templo islámico, la remembranza de Patmos, las casas-chimenea de Turquía...) y concluye por barajar estas estampas tan sabidas con otros ignorados argumentos, cuya razón de existir se hace posible únicamente en el cuadro.

En la tercera fase se incluyen semblanzas de última hora. Obras de formato medio en que ahora más que nunca, y sobre el esquema de una somera composición, el pintor fía el surgir de la imagen a los propios elementos materiales que la conforman, (la línea, el color, el blanco del papel...). Lo demás corre de cuenta de la sensibilidad y complacencia del hacedor ante el nacimiento de las criaturas, en parte suyas, debidas, en parte, a sí mismas, y en otra buena parte, recreadas, reconformadas y reconstruidas por la atenta mirada del contemplador.

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