Crítica:CINE EN PARIS

De la libertad: "Sartre por sí mismo "

Esto no es una película. La cámara está fija la mayor parte del tiempo o recorre los rostros de los testigos -Simone de Beauvoir, siempre al acecho, como un zorro vigilante; Jacques Laurent Bost, André Gorz, Jean Pouillon- las paredes lisas de una habitación trivial. con estanterias repletas de libros en desorden, pocos muebles vulgares, algunos «bibelots», pocos grabados, un espantoso sillón violeta, una espléndida y pesada mesa de madera oscura y gruesa. Lo fundamental es un rostro y las palabras de un hombre que habla sin cesar durante tres horas. Piel como cuero tierno, orejas enormes, lab...

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Esto no es una película. La cámara está fija la mayor parte del tiempo o recorre los rostros de los testigos -Simone de Beauvoir, siempre al acecho, como un zorro vigilante; Jacques Laurent Bost, André Gorz, Jean Pouillon- las paredes lisas de una habitación trivial. con estanterias repletas de libros en desorden, pocos muebles vulgares, algunos «bibelots», pocos grabados, un espantoso sillón violeta, una espléndida y pesada mesa de madera oscura y gruesa. Lo fundamental es un rostro y las palabras de un hombre que habla sin cesar durante tres horas. Piel como cuero tierno, orejas enormes, labios sensuales, pelo escaso, entre rubio y blanco, una mirada desvaída, que pasea sú célebre estrabismo tras los gruesos cristales de las gafas.Era en 1972: Sartre todavía no había perdido la vista, y se hallaba en plena actividad política y literaria: redacción del estudio sobre Flaubert y apoyo a los «gauchistas» franceses en su lucha revolucionaria. Alexandre Astruc y Michel Contat realizaron esta película sin plan preconcebido, sin guión; una especie de autobiografía, que se acaba de presentar en los cines de París. Película difícil, exhaustiva, anticomercial, aplastante: tres horas de un monólogo apasionante, pese a todo. Esto no es cine, desde luego. Ninguna concesión al arte, torpeza deliberada, inmovilidad, didactismo: Sartre contra Sartre; Astruc contra Astruc. No hay que ver Sartre par lui meme como si fuera una película, sino como quien lee un reportaje o un ensayo.

Sartre par lui même,

de AlexandreAstruc y Michel Contat.

Hay que ver esta antipelícula, a pesar de su monotonía, de su pesadez, de su mal sonido, agravado por la voz metálica y chirriante -de campana rajada- de este hombre que habla y habla sin cesar. Que al mismo tiempo habla prescindiendo de todo efecto, de toda brillantez, que utiliza un lenguaje vulgar y corriente. De este hombre que se empeña en reprimir el artista que lleva dentro. Salvo algunos chispazos incontenibles, no reconoceremos la eficacia deslumbrante de su escritura. De la misma manera, el momento más apasionante de la película es cuando Sartre y Simone de Beauvoir, fuera de control, recuerdan sus agarradas, sus disputas y encontronazos: uno de los momentos de amor más hermosos de la historia del cine, con esta pareja fiel a sí misma desde hace más de medio siglo: un momento incontrolado, no querido, que se les ha escapado a sus autores -y a sus protagonistas- de las manos.

Testimonio

Lo importante, pues, es lo que Sartre dice, sus recuerdos, su testimonio, sus análisis filosóficos: la película desgrana su vida, ilustrada por los acontecimientos de la historia que le ha tocado en suerte la guerra española -su primer contacto con la política-, el nazismo, la guerra mundial, la prisión, la resistencia, el existencialismo, el comunismo, la revolución húngara, la cubana, la guerra de Argelia, De Gaulle y la quinta república francesa, Vietnam, el tribunal Russell, mayo del 68 en Francia y el maoísmo de algunos jóvenes «gauchistas» franceses. En todo ello está presente Sartre, como testigo, como pensador, como artista, y en ocasiones como protagonista.¡Ah! Y el premio Nobel de Literatura: «Todos los premios Nobel están muertos. La sociedad burguesa me perdonaba, tras la publicación de Las palabras, que tomó como confesión. Siempre hay un libro que debe ser la última señal de vida,de un autor, y después se le mata con el Nobel y se acabó. Creo que todavía vivo porque lo rechacé.» Sartre es el «anti-MaIraux». Se esfuerza en esconder su vertiente estética, la oculta, rechaza honores toda suerte de protagonismos, carece de secretos personales, odia la solemnidad: si MaIraux ocultaba cuidadosamente sus experiencias con el opio, Sartre habla con toda naturalidad de las suyas con la mescalina. Si el testimonio final del primero ha sido apocalíptico y profundamente pesimista, el del segundo es optimista, revolucionario a pesar de todo. ¿El socialismo libertario de Sartre?: los caminos de la libertad desembocan en el placer, en la felicidad.

Tres etapas, según Sartre, en la vida de Sartre: la moral la búsqueda de una moral, entre el existencialismo y la literatura-, la política, con su acercamiento al comunismo, y la revolución, como una opción por el «realismo político», y la izquierdista actual: el intento de introducir la moral en la política.

¿Y la libertad? Dos ejemplos: el primero, hablando de De Gaulle y de la quinta república francesa: «De Gaulle ha sido un personaje nefasto y vivimos en una sociedad abominable. El poder está en manos de ladrones.» Segundo ejemplo, sobre el partido comunista francés, en sus re laciones con los «gauchistas »: « El partido comunista puede muy bien convertirse en un partido fascista típico.» ¿El papel del intelectual?: la fidelidad y la crítica. Participar en la lucha, servir al pueblo e inspirarse de él, para conseguir que no haya clases, que no haya diferencias entre los intelectuales y quienes no lo son.

Un espíritu libre. No es posible perder la ocasión de escucharle. ¿Cine? ¿Literatura? Nada de eso: los caminos de la libertad desembocan en la esperanza. Sartre, casi ciego, continúa.

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