Crítica:CINE

Una vieja película bélica

El cine bélico es un género fluctuante según las épocas y las circunstancias generales, que pasa del pacifismo angélico a la militancia belicista sin transición, en estricta dependencia con los signos de los tiempos. El nuestro, indiscutiblemente, no parece muy propicio a la exaltación de la guerra como sistema de vida, ni a simplificar, de forma maniquea, los datos de cada uno de los bandos en liza. Las películas de guerra -desde los primeros documentales amañados en la bañera por los operadores primitivos hasta este engendro lleno de ruidos que me toca hoy comentar- han gozado los favores de...

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El cine bélico es un género fluctuante según las épocas y las circunstancias generales, que pasa del pacifismo angélico a la militancia belicista sin transición, en estricta dependencia con los signos de los tiempos. El nuestro, indiscutiblemente, no parece muy propicio a la exaltación de la guerra como sistema de vida, ni a simplificar, de forma maniquea, los datos de cada uno de los bandos en liza. Las películas de guerra -desde los primeros documentales amañados en la bañera por los operadores primitivos hasta este engendro lleno de ruidos que me toca hoy comentar- han gozado los favores de los espectadores complacientes y sufrido los ataques de la crítica exigente. Se podría señalar, de forma curiosa que casi nunca han experimentado las iras censoras, sin duda porque el ejercicio de eliminar al prójimo sistemática y científicamenté es un ejercicio menos nocivo que elde extender la especie o de entrenarse para lograrlo.Las grandes obras del género -El gran desfile, de King Vidor; Objetivo Birmania, de Raoul Walsh; Casco de acero, de Sam Fuller, y tantas otras- esquivan como pueden los riesgos de la pura propaganda y del mensaje gubernamental, e incluso ahondan en la psicología de los personajes sin detenerse en la ideología ni tomar partido demagógico por uno de los contendientes. Jack Smight realiza con esta superproducción el peor encargo de su carrera, a 100 leguas de su Harper, recientemente reestrenado, que hizo concebir algunas esperanzas a los aficionados. El guión es confuso y enmarañado, con una atención exclusiva a los problemas estratégicos de ambos mandos, pero la puesta en imágenes es tan ramplona, seca y aburrida que jamás llegamos a comprender las razones ocultas que permitieron a la Marina americana vencer a los barcos japoneses. Los jefes de una y otra Armada son hombres individualizados, pero el análisis psicológico no rebasa un nivel absolutamente elemental, aunque sea de agradecer la ausencia de tópicos sobre «buenos» y «malos». Los actores están rematadamente mal y el director se pierde en el rompecabezas del «sensurround» -sistema infecto que no añade nada valioso a la banda sonora- y el vano intento de enlazar las tomas procedentes de noticiarios reales, trucos, maquetas y rodaje en vivo. Una oportunidad perdida, en suma, para superar las limitaciones del viejo género bélico.

La batalla de Midway (Midway),

producida por Walter Mirisch para la Cinema International Corporation, con guión de Donald Sandford dirigida por Jack Smight, con fotografía de Harry Stradling, Jr. Intérpretes: CharIton Heston, Henry Fonda, Toshiro Mifune, Robert Mitchum, Cliff Robertson, James Shigeta. Estrenada en «sensurround» en el Palafox

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