Jazz

La próxima temporada, Tete Montoliu en Madrid

En la primera quincena de septiembre volverán a abrir sus puertas los dos clubs de jazz que existen en nuestra capital: el veterano Bourbon Street (que ahora lleva el nombre legendario e inmarchitable de Whisky Jazz), y el más nuevo, Balboa Jazz. Aquél piensa basar su temporada en dos músicos: el brasileño Jayme Marques y el organista de color. muy conocido del público madrileño, Lou Bennett, que posiblemente actuaría acompañado por un extraordinario batería, Billy Brooks. Balboa Jazz piensa tener a lo largo de la temporada, y a partir del mes de octubre, com...

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En la primera quincena de septiembre volverán a abrir sus puertas los dos clubs de jazz que existen en nuestra capital: el veterano Bourbon Street (que ahora lleva el nombre legendario e inmarchitable de Whisky Jazz), y el más nuevo, Balboa Jazz. Aquél piensa basar su temporada en dos músicos: el brasileño Jayme Marques y el organista de color. muy conocido del público madrileño, Lou Bennett, que posiblemente actuaría acompañado por un extraordinario batería, Billy Brooks. Balboa Jazz piensa tener a lo largo de la temporada, y a partir del mes de octubre, como pianista estrella y titular al formidable Tete Montoliu. Estas van a ser, a salvo de que ocurra un milagro muy poco probable, las dos opciones que los aficionados madrileños vamos a tener en la temporada de 1976-1977.Lo más destacado de esta programación es, sin duda ninguna, la permanencia a lo largo de todo un año de Tete Montolíu, la gran figura del jazz español sin discusión posible. Ahora bien: su presencia no está plenamente confirmada, porque el pianista ha aclarado a EL PAIS que su venida está en el aire; y esto es lógico porque su lugar de residencia no es Barcelona (su ciudad natal y en la que vivió durante largos años), sino Holanda, y aunque de vez en vez vuelve a aquélla, lo hace esporádicamente y en muchas ocasiones basado únicamente en su barcelonismo a ultranza: ahora, por ejemplo, se ha desplazado desde Holanda para estar presente en el torneo Juan Gamper, y la semana pasada fue a Palma de Mallorca para ver a su club en un torneo de fútbol organizado en la ciudad palmesana, lo que es realmente digno de encomio, si tenemos en cuenta que Montolíu es ciego. Si su presencia en Madrid hay que ponerla un poco en duda, se debe a que su cotización europea es muy alta y no le interesa afincarse durante una larga temporada en nuestra ciudad. Acaba de participar en una serie de festivales de jazz en Europa, acompañado por el contrabajista danés Nils Henning-Oersted Pedersen y el batería norteamericano Albert Tootie Heath, ha aparecido como tocando en solitario en el Festival Internacional de Jazz de Grenoble y ha tocado recientemente con el saxofonista Dexter Gordon. Por otra parte, Madrid nunca ha sido una de sus ciudades favoritas, y creemos, así nos lo ha dicho literalmente, «...que hará todo lo posible por no venir a ella...».

Problemas

El problema de un club de jazz es, evidentemente, el de la contratación de los músicos, y de esto bien saben los que dirigen ambos establecimientos. Traer buenos músicos cuesta mucho dinero, y el público es reacio a pagar precios altos por ver actuaciones, por interesantes que éstas sean. Quizá todo radique en una falta de preparación de este público, pero de esto también son responsables los propios clubs. Se necesita crear ambiente, dar posibilidades a nuevos músicos, traer a gente a la que le pueda gustar el jazz, y para ello se necesita hacer publicidad y buscar a estas personas, allí donde estén. Cuando un local ha encontrado a su gallina de los huevos de oro, caso de Jayme Marques, que es capaz de llenar cada día el club en el que actúa, la cuida de manera perfecta. Y desde el punto de vista comercial, esto es perfecto: lo que hay que hacer es encontrarla, ofrecerla a un público cada vez mayor y mantener con dignidad la música que se ofrece. En Madrid hay un buen núcleo de aficionados al jazz tradicional y la única agrupación especializada en este tipo de música es la Canal Street Jazz Band (a la que le dedicaremos este espacio la próxima semana), que todos los martes llena también el aforo de ese mismo club. Espero que la dirección de Balboa Jazz se plantee seriamente esta política de atracción de público para poder mantener así su continuidad, pues si no se deterioraría peligrosamente su economía y acabaríamos por perder un club dedicado a una música que, como tantas veces se ha dicho aquí, necesita todos los apoyos posibles.

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