Crítica:CINE

La religión del amor

La pasión o fijación amorosa de Adele H en el hombre que la sedujo para abandonarla luego se parece a la de Mariana Alcoforado, la monja portuguesa cuyas cartas, apócrifas o no, nos hablan de sus amores con otro oficial, aunque en este caso, y por razones obvias, no le siguiera más allá de los muros de su convento. Adela Hugo persiguió a su oficial inglés al otro lado del Atlántico, primero hasta el Canadá y más tarde hasta las Islas Barbados, donde acabaría arruinando su salud, que ya sólo le servía para escribir su diario cifrado. Cualquier medio fue bueno para intentar recuperar a Albert Pi...

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La pasión o fijación amorosa de Adele H en el hombre que la sedujo para abandonarla luego se parece a la de Mariana Alcoforado, la monja portuguesa cuyas cartas, apócrifas o no, nos hablan de sus amores con otro oficial, aunque en este caso, y por razones obvias, no le siguiera más allá de los muros de su convento. Adela Hugo persiguió a su oficial inglés al otro lado del Atlántico, primero hasta el Canadá y más tarde hasta las Islas Barbados, donde acabaría arruinando su salud, que ya sólo le servía para escribir su diario cifrado. Cualquier medio fue bueno para intentar recuperar a Albert Pinsón: dinero, amenazas, ruegos. Llegó a hacerle un posible matrimonio, incluso consiguió hacer publicar la noticia de su boda. Mas, como suele suceder, tales artes resultaron inútiles y ni siquiera la piedad conmovió al oficial, como tampoco conmueve hoy a los espectadores. Y ello es así por una razón: porque lo que la señorita Adele deseaba en verdad era casarse.Se alude vagamente a la muerte de la hermana o a ese padre famoso y lejano cuyo nombre ella esconde, pero en estos tiempos en que la mujer busca su auténtico lugar en la sociedad, esta Adela que implora el amor masculino como una gracia concedida por un pequeño dios, queda como un caso aberrante y particular. Cuando, al fin, en su último encuentro, no reconoce a Pinsón, quizás Truffaut viene a decimos que la causa inmediata de su locura era, en el fondo, lo menos importante; que la razón principal de su neurosis se hallaba más allá de ese bello uniforme y de un físico apuesto. Lo dice, pero no lo explica. Se limita a retratar los estragos del amor en una de sus caras más inútiles.

DIARIO INTIMO DE ADELA H

Argumento y guión de François Truffaut, Jean Gruault y Suzanne Schiffman. Dirección, François Truffaut Fotografía: Néstor Almendros. Música: Maurice Jaubert. Intérpretes Isabelle Adjani, Bruce Robinson, Sylvia Marriol, Joseph Blatchley, Ivry Gillis. Eastmancolor. Panavisión. Dramático. United Artist. 1975. Local de estreno: Rex.

A partir de este diario y de las cartas entre ambos, Truffaut y sus colaboradores han escrito un fiel guión, ilustrado después con bellas imágenes gracias al arte excelente de Isabelle Adjani y la fotografía de Néstor Almendros.

Como todas las heroínas que sobreviven a tales arrebatos amorosos, como nuestra Juana la Loca, Adele H. vivió largo tiempo, hasta los ochenta y cinco años. El film nos lo dice, pero no nos lo muestra; sólo vemos, en cambio, a través de una serie de grabados, la apoteosis de Víctor Hugo, cuyo nombre, en buena parte, es la base fundamental en que este film se apoya.

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