El misterioso teatro de Taipéi
Koolhaas y sus socios firman el rompedor nuevo Centro de artes escénicas de la capital taiwanesa, TPAC, donde el edificio es el principal actor
Hace ya más de un lustro que Rem Koolhaas habla del Teatro de Taipéi como su próximo gran proyecto. Más allá de su sorprendente forma —un cubo central de vidrio corrugado retroiluminado con, literalmente, tres teatros enchufados— el holandés lo describía como un lugar ilimitado. Ahora, con una fecha de inauguración finalmente anunciada, se ha cumplido que en Taipéi no habrá problema té...
Hace ya más de un lustro que Rem Koolhaas habla del Teatro de Taipéi como su próximo gran proyecto. Más allá de su sorprendente forma —un cubo central de vidrio corrugado retroiluminado con, literalmente, tres teatros enchufados— el holandés lo describía como un lugar ilimitado. Ahora, con una fecha de inauguración finalmente anunciada, se ha cumplido que en Taipéi no habrá problema técnico irresoluble. Aquí el edificio es el principal actor. Este es un teatro del siglo XXI y, como tal, está preparado para acoger lo que todavía no conocemos. Algunos podrán comprobar la palabra del legendario arquitecto en la fecha prevista para su estreno oficial: el siete de agosto. Entonces, 142 representaciones ocuparán todos los teatros del recinto en un maratón sin precedentes.
Más allá del estudio OMA (Office for Metropolitan Architecture), con David Gianotten y Koolhaas a la cabeza, los arquitectos locales Kris Yao/Artech, los ingenieros de Arup y los paisajistas e interioristas de Inside Outside firman también el proyecto que ha costado algo más que 150 millones de euros y que, en 59.000 metros cuadrados, suma tres teatros que pueden juntarse en dos únicos auditorios. El más carismático, encerrado en la ya icónica esfera en aparente equilibrio inestable, como a punto de salir rodando por la ciudad, contiene el Teatro Globe. Tiene una capacidad de 800 espectadores y está pensado para acoger espectáculos de danza y teatro. El gran teatro también es un auditorio flexible, mientras que el Blue Box está reservado para representaciones de teatro experimental y puede añadir su aforo al grande para formar un cuarto escenario: el Super Teatro con capacidad para 2.300 espectadores.
Pero más allá de la audaz forma, la innegable versatilidad, los juegos materiales —el vidrio ondulado que convierte los edificios en lugares esquivos—, y el tamaño, Koolhaas firma también en esta obra la posibilidad de conectar el mundo privado con la vida pública de la ciudad. Para entrar en el corazón del cubo no hace falta comprar entrada. El recinto se puede recorrer, asomándose incluso a las ventanas que permiten observar ensayos y representaciones. Koolhaas ha hablado de un teatro no conservador para actualizar la tradición. “Queremos contribuir a la historia del teatro, comprobar lo que la arquitectura puede hacer para ampliar la propia historia del teatro”, explica. Puede que lo consiga. De momento, el actor principal es este edificio, inquietante, con una esfera a punto de salir rodando.