‘Furia española’, ¿la última película que vio Franco?

La comedia de Francesc Betriu, predecesora de la irreverencia de Almodóvar, fue masacrada por la censura franquista y proyectada en el palacio de El Pardo. En el festival de San Sebastián se presenta restaurada y con el metraje original

Cassen, a la izquierda, y Mónica Randall, en 'Furia española'.

Mónica Randall no admite dudas: “Esta es la última película que vio Franco y yo creo que le dimos un arreón final”. A sus 80 años, la mítica actriz de películas como Mi querida señorita, Cría cuervos, Retrato de familia o La escopeta nacional ha presentado en el festival de San Sebastián la versión restaurada y con la inclusión de los 23 cortes realizados por la censura franquista de Furia española (1975), de ...

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Mónica Randall no admite dudas: “Esta es la última película que vio Franco y yo creo que le dimos un arreón final”. A sus 80 años, la mítica actriz de películas como Mi querida señorita, Cría cuervos, Retrato de familia o La escopeta nacional ha presentado en el festival de San Sebastián la versión restaurada y con la inclusión de los 23 cortes realizados por la censura franquista de Furia española (1975), de Francesc Betriu (Organyà, 1940-Valencia, 2020), una comedia irreverente, salvaje, filmada en el Barrio Chino de Barcelona y protagonizada por Randall y Cassen. Y la película ha sorprendido por su fiereza, su actualidad y como cuenta la actriz “por su radicalidad”. Ahora bien, ¿fue la última película que vio el dictador Francisco Franco antes de fallecer el 20 de noviembre de 1975?

Randall sirve de guía de aquella aventura, que recuerda con una enorme sonrisa. “Por de pronto, es que me llamaron para hacer de pobre por primera vez, cuando me estaba cansando de hacer señorita rica, y por desgracia volví a esos roles”, apunta sobre su primera emoción. “El guion era tan loco como se ve en pantalla, pero la realidad del barrio en el que filmamos añadió fuerza a lo escrito”. Y lo escrito es una historia de amor desbarrada entre el revisor de un transbordador del puerto de Barcelona (encarnado por Cassen) y la hija (Randall) del capitán del barco, que se acaba de jubilar. El enamoramiento, repleto de sexo, explota en los mejores momentos del F. C. Barcelona de Johann Cruyff, y el furibundo barcelonismo de los personajes impregna la acción. “Es que yo leí el texto y me fascinó. Pero no logré atisbar hasta dónde iba a llegar Betriu. Y ahora, que la he vuelto a ver restaurada, me impresiona aún más”.

La intérprete defiende que la Barcelona de la comedia de Betriu —que con el tiempo se hizo popular por sus adaptaciones de clásicos literarios al cine, dejando atrás sus radicalidades de juventud— es fiel a la ciudad de mediados de los setenta “con las putas por las calles y la miseria en las aceras, y no hace tanto de aquello”. ¿Qué ha cambiado de aquel tiempo? “Yo. Me he visto en pantalla muy joven y muy mona, y me ha provocado mucha ternura. Ay, el paso de la vida”.

Mónica Randall y Cassen, en el transbordador de 'Furia española'

El viaje de Furia española arrancó cuando su guion, titulado entonces Una pasión blaugrana y firmado por Francisco Betriu y José Luis García Sánchez, se presentó a la censura, que lo prohibió el 22 de febrero de 1974. Modificado y retitulado como Furia española, fue autorizado el 22 de julio de 1974. El rodaje, en escenarios naturales de las callejas de Barcelona, transcurrió del 12 de septiembre al 19 de octubre de 1974 y la película acabada entró de nuevo bajo la lupa de la censura franquista, que la prohibió el 12 de febrero de 1975. Su resolución se apoyaba en que no se parecía en nada al guion aprobado previamente: en el expediente, apunta la Filmoteca de Catalunya, responsable de la restauración, se anotan 98 diferencias.

La productora Radar Films empezó entonces a negociar los cortes. Se estableció una negociación con la censura, pactando 23 cortes que redujeron su duración de 87 minutos a 81. En esa segunda revisión, los censores pidieron tres cortes más y la supresión del nombre de María Goretti, que aparece en la secuencia final: el guiño macabro a la niña mártir italiana de inicios del siglo XX no les hizo gracia. Sin embargo, esas indicaciones, realizadas en 2 de mayo, no se aplicaron, porque el 5 de mayo, desde instancias superiores, se autoriza su exhibición. Con los años, se lanzó en vídeo por Manga Films, y sorprendentemente, sin los cortes. Así que los espectadores que la vieron en casa la disfrutaron en su plenitud. Ferran Alberich, coordinador del Plan de Digitalización de la Filmoteca de Catalunya, apunta en un texto que acompaña a la proyección que no lograron encontrar la copia previa a la censura que sirvió para el lanzamiento videográfico. Sin embargo, el material censurado, los 23 cortes de marras, estaban archivados en la Filmoteca Española: en pantalla, todo ya remontado y restaurado, aún se nota la diferencia del color y textura de las imágenes.

La pareja protagonista de 'Furia española'.

Furia española ha envejecido muy bien. “Mira que soy mucho más moderna y algo más sabia que en 1975, y siento que aún hoy Furia española está al límite de muchas cosas y destroza otras”, recuerda Randall. “David Trueba asegura que es precursora del cine de Almodóvar, que esta comedia es la punta de lanza de todo lo que vino después. Habla del machismo, de la alienación del hombre. En el rodaje yo le planteé a Paco [Betriu] exagerar a mi personaje, Juliana, en su ninfomanía. Y me paró, porque según él era una chica normal a la que le gustaba el sexo, y que eso era todo. Pero entonces aquella iniciativa femenina sonaba increíble”, apunta la actriz. “En cambio, otras cosas no han cambiado, como el fanatismo en el fútbol”. En Furia española se oye el himno anterior del Barça, en castellano, señala Randall, “y luego todo lo que ha llovido”.

Francesc Betriu, filmando con un iPhone en 2019.joan sánchez

Randall rememora que los tajos de la censura eran los habituales. “A ver, que la rodamos con el difunto muy vivo. Yo después rodé Retrato de familia, y sufrió más cortes. Me han dicho que Furia española fue la última película que vio Franco”, un dato bastante dudoso, aunque es cierto que la vio. “Bueno, con que fuera de las últimas y acelerara su final me conformo”.

Porque es cierto, Franco fue un consumidor constante de cine. Entre 1946 y 1975, años de los que queda registro de los visionados en la sala de proyecciones del palacio de El Pardo, donde residía el dictador, los Franco vieron 1.979 películas, unas dos por semana, además de proyecciones especiales de la censura. Por eso, calificó de “baturrada” a Viridiana, de Luis Buñuel, o espetó el mítico “Berlanga no es comunista, sino algo peor, un mal español” tras acabar el pase de El verdugo. En aquella sala se proyectó Furia española. “De verdad, que me lo imagino pensando en que iba a ver algo muy español, y en realidad salgo yo en biquini del Barça y Cassen lamiéndome. Yo le he dado muchas vueltas a ese momento”, desgrana Randall, “con Carmen Polo soltando barbaridades por la boca, porque es la película opuesta a lo que a ellos les podría gustar. Furia española es una maravillosa astracanada española, con la que Betriu abrió camino”.

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