Ir al contenido

Si Bad Bunny agotó sus conciertos en España, ¿cómo es posible que todavía se puedan comprar entradas oficiales?

La confusión en torno a la venta de boletos para recitales masivos suma un nuevo capítulo a cuenta de las 12 noches del puertorriqueño entre Madrid y Barcelona

No se descubre nada si se afirma que comprar hoy entradas para un concierto de una primera figura del pop puede resultar una aventura con un desarrollo y un final muchas veces frustrante. Lo único que se sabe con certeza es el nombre del artista al que se va a ver y que uno se va a dejar los dedos actualizando información en su portátil. El precio final o las condiciones de la ubicación (de la que depende la visualización y la óptima llegada del sonido) no son siempre precisas. En los últimos años, el público ha protestado por la proliferación de plataformas no oficiales de reventa, que muchas veces acaban en estafas. Este mismo jueves, artistas ingleses como Coldplay, Dua Lipa o Radiohead instaron al primer ministro británico, Keir Starmer, a cumplir su promesa electoral de poner freno a estos sitios web “extorsivos y perniciosos”, entre los que citan a Viagogo o StubHub. Pero no siempre la reventa es ilícita: hace tiempo que Ticketmaster ofrece a sus usuarios la posibilidad de revender su entrada, como ocurre en los conciertos de Bad Bunny en España. Y esto ha derivado en una paradoja: aunque se anunció que las entradas estaban agotadas, todavía hay algunas a la venta.

El 16 de mayo de 2025 Live Nation, la empresa promotora de los conciertos de Bad Bunny en España, emitió un comunicado informando de que las entradas para los diez conciertos del artista puertorriqueño en Madrid (Estadio Metropolitano) y los dos de Barcelona (Estadi Olímpic) se habían agotado. Sold out, como gusta presumir en el sector. Los recitales serán entre mayo y junio de 2026. “Solo en España, ha vendido más de 600.000 entradas, rompiendo el récord de mayor número de entradas vendidas en una sola gira en el país. La gira rompió récords de preventa en velocidad y volumen, superando marcas previamente establecidas por la gira Eras Tour de Taylor Swift, que tuvo dos noches sold out en el estadio Santiago Bernabéu”, señala el comunicado, y añade: “Más de 2,5 millones de fans hicieron cola en la preventa en España”. Seis meses después, a los aproximadamente dos millones de personas que lo intentaron, pero no lo consiguieron, se les presenta una nueva oportunidad: todavía existen entradas a la venta. Pero un momento: ¿no estaban agotadas? Pues no.

Al cierre de esta información, se podían adquirir boletos para casi todos los 12 conciertos españoles. Vaya por delante que el precio es caro, entre 286 y 638 euros, la mayoría de grada (alta, baja o media) y asientos no contiguos. Existen algunos tickets VIP, pero casi todas las entradas disponibles se adscriben a lo que el promotor define como categoría “Platinum” y a la especificidad “entrada de fan a fan”. Dentro de la web de Live Nation definen el concepto Platinum: “Es un cupo limitado de entradas que se pone a la venta en modalidad precio dinámico, ajustado en función de la oferta y la demanda del evento. Las entradas Platinum no incluyen ningún servicio o producto adicional como sí lo hacen las entradas tipo paquete VIP”. Recuérdese lo que son los precios dinámicos: un modelo basado en algoritmos que permite establecer en tiempo real el coste de las entradas en función de la demanda existente; y como la demanda es mucha en las primeras horas de venta de conciertos masivos, el resultado es que el precio se dispara.

Es el resbaladizo terreno del precio dinámico, uno de los grandes puntos de conflicto de los últimos tiempos en lo referente a espectáculos de música. Para que existan precios dinámicos el artista debe consentirlo. Hay músicos que no los contemplan porque los consideran abusivos: The Cure y los recientes conciertos en Madrid de Radiohead son ejemplos de resistencia. En España, Fito & Fitipaldis o Leiva, los dos actualmente en gira, tampoco lo toleran, además de ajustar a la baja sus precios en la medida de lo posible.

El periodista David Gallardo lleva años informando en diferentes medios sobre la venta de entradas de conciertos: “Los precios dinámicos empezaron a probarse en España en la última visita de U2, en septiembre de 2018 en el WiZink Center de Madrid, con unas pocas entradas quintuplicando los precios iniciales de taquilla. La excusa oficial para esta práctica es que si hay gente dispuesta a pagar esos altos precios es que el organizador está en realidad vendiendo baratos sus tickets normales, con el agravante de que en ese margen aparece la reventa: para que sea alguien anónimo quien saque tajada de la situación, comprando al precio original y luego revendiendo por ahí más caro, ya directamente se sube el importe en origen”, cuenta a este periódico.

A pesar de reconocer la existencia de precio dinámico en la página oficial de Live Nation (con explicación incluida de su modalidad Platinum, como hemos visto), la confusión se incrementa cuando Ticketmaster España informa a este diario: “En el caso de Bad Bunny, en estos conciertos no se aplicaron precios dinámicos. Los precios de las entradas se fijaron de antemano y no cambiaron durante el proceso de venta de las mismas”. Esta misma fuente no entiende por qué en la página oficial de Live Nation se habla de precios dinámicos. Se da la circunstancia de que Live Nation y Ticketmaster se fusionaron en 2010, luego son la misma empresa, aunque no parecen estar coordinados en este punto. Aquella fusión despertó recelos por su impacto en la competencia. El Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó una demanda en los tribunales acusando a la compañía de ejercer un monopolio ilegal.

Volviendo al caso Bad Bunny. ¿Por qué entonces una entrada quintuplica su precio sin acción del precio dinámico? Ticketmaster responde: “Corresponden a un cupo limitado de entradas, a las que el artista / organizador del evento aplica un precio determinado”. O sea: Bad Bunny y el organizador, Live Nation, decidieron en algunos casos incrementar ostensiblemente el precio de una entrada porque sí. ¿Con qué porcentaje de entradas se ha hecho esta extraña operación que en la práctica es como el precio dinámico? Las fuentes no saben responder, pero “suele ser poco”.

El concepto ‘de fan a fan’

El concepto es el de “entrada de fan a fan”, que son las que ahora mismo se pueden comprar para los conciertos en España de Bad Bunny a unos precios que oscilan entre 286 y 638 euros. De dónde salen esos tickets. Se trata de alguien que ha comprado su entrada Platinum (o sea, de precio elevado) y se la revende a Ticketmaster para que la tiquetera la vuelva a poner en el mercado. Así lo explica la tiquetera: “Por norma general, a no ser que el fan compre un seguro de cancelación, las entradas de conciertos no son reembolsables cuando el usuario, por cualquier circunstancia, no puede asistir al evento”. Un inciso: resulta llamativo que tanta gente sepa hoy (noviembre) que dentro de seis meses (mayo) no va a poder asistir al concierto. Quizá habría que hablar aquí entonces de un componente especulativo.

En cualquier caso, Ticketmaster se ofrece a revenderla. ¿Puede incrementar el comprador arrepentido el precio? Responde la fuente de Ticketmaster: “El fan puede poner a la venta su entrada a un precio máximo de un 20% por encima del original, al mismo precio o un precio inferior al que las adquirieron”. Ticketmaster también saca tajada de esta operación, ya que cobra dos veces los gastos de gestión, una por cada venta de entrada. Los gastos de gestión varían, como muchas cosas en esta área, pero aquí van dos ejemplos reales en entradas de Bad Bunny en la modalidad de Premium o VIP: 348,30 euros + 46,50 euros en gastos de gestión o 543,30 euros + 72,50 euros de gastos de gestión.

¿Se agotarán estas entradas de fan a fan que ahora mismo están disponibles? David Gallardo responde: “Con los precios dinámicos las entradas se venden más despacio, pero no importa, pues se van colocando poco a poco, sin prisa. Precisamente para eso también se anuncian los conciertos más de un año antes, para que dé tiempo a que los asistentes potenciales terminen comprando. Vender más caro, incluso vender menos, pero en cualquier caso ganar más al subir los precios. Esa es la estrategia, el signo de los tiempos, para este tipo de grandes conciertos”.

Otra opción es no precipitarse y esperar, e igual el aficionado se ahorra un dinero y disfruta del concierto del autor de Debí tirar más fotos: en bastantes conciertos de estadios se ofrecen a última hora boletos “porque el escenario no ha ocupado tanto espacio como se pensaba y queda libre parte de la pista o algunas gradas”. Otro misterio de este brumoso sector.

Sobre la firma

Más información

Archivado En