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Los feroces ataques de la ortodoxia contra la vanguardia del flamenco: “Un tiro te peguen”

Grandes figuras renovadoras del género, desde Rocío Molina a Julio Ruiz, Manuel Liñán o Niño de Elche, son blanco de insultos por desmontar cánones sagrados

Esperar a ver qué reacciones despierta el estreno de una obra forma parte de la vida de los artistas. Con un poco de suerte, saber qué dice la crítica, también. Pero en el caso del flamenco contemporáneo, es decir, del que se sale de cánones y ortodoxias, sus protagonistas deben pasar por otra espera: la de saber cuántos insultos les caen y de quiénes. No es algo nuevo en la historia del género, pero ahora se viralizan y recrudecen a través de las redes sociales. El pasado abril, ...

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Esperar a ver qué reacciones despierta el estreno de una obra forma parte de la vida de los artistas. Con un poco de suerte, saber qué dice la crítica, también. Pero en el caso del flamenco contemporáneo, es decir, del que se sale de cánones y ortodoxias, sus protagonistas deben pasar por otra espera: la de saber cuántos insultos les caen y de quiénes. No es algo nuevo en la historia del género, pero ahora se viralizan y recrudecen a través de las redes sociales. El pasado abril, el bailaor Manuel Liñán, reconocido con el Premio Nacional de Danza en 2017, relataba a este periódico los ataques homófobos que estaba sufriendo en Facebook tras la publicación de un vídeo, de apenas un minuto, de una de sus actuaciones. Ahora es Julio Ruiz (Almería, 32 años) quien denuncia haberse convertido en blanco de improperios en Instagram y TikTok, por un vídeo que muestra un pequeño fragmento de su espectáculo La familia, estrenado en junio en la Bienal de Flamenco de Madrid y que este sábado se verá en el Festival Ciutat Flamenco de Barcelona. “Vaya basura”, “Un tiro te peguen”, “Metería presos a todos estos garabatos”, “Qué pena lo que sufre el flamenco”, “¿Por qué no se publican las caras de los que contratan? Esos son los culpables”, son algunos de los comentarios que se leen y que llevan soldada esa idea de “esto no es flamenco”.

“Mi familia y amigos están preocupados, pero a mí estos comentarios solo me dicen que estoy haciendo un flamenco necesario. Es absurdo que siga pasando, pero pasa”, explica por teléfono Ruiz, único bailaor flamenco en el mundo becado por el Centre National de la Danse en París. El artista decidió hacer una captura de algunos comentarios, que van con nombre y apellido, y publicarla en su cuenta de Instagram. Muchos de los indignados son compañeros suyos de profesión. “Me los encuentro después en los tablaos, donde compartimos espacio, y les enfrento, pero a la cara no son capaces de decirme nada y le quitan importancia”.

Entre los que denuncian y quienes prefieren callar, la suma de los artistas flamencos afectados por virulentas reacciones de ese sector que defiende la pureza es alta. Sin embargo, están quienes piensan que solo se trata de algo anecdótico a lo que no hay que darle más importancia. “Entiendo que haya esta idea para no ensombrecer el flamenco, pero la verdad es otra y muchos artistas tenemos que lidiar con ello en nuestro día a día, con redes sociales o sin ellas”, declara Ruiz, que cree en la importancia de hacerlo público. “No es un hecho aislado y denunciarlo es una responsabilidad para ir evolucionando”.

“Esto pasa porque hay algo nuestrificador en el flamenco. Se ve como algo propio porque forma parte de la vida de una persona, de sus recuerdos, de su familia, y aparece el derecho de decir lo que sí es y lo que no”, explica por teléfono Cristina Cruces, catedrática de Antropología Social y vinculada al flamenco desde la investigación y la docencia desde hace décadas. “El flamenco sin oles es más intelectualizado y crea un nuevo sentido de la performance, que puede no ser la emoción del quejío”.

Entonces, ¿cómo se puede definir hoy día el flamenco? “Es una estética, un corpus, un repertorio, una ritualidad colectiva, modelos de saberes y transmisiones y una manera de producir un lenguaje. Algo pegado a su tiempo que hace que Manuel Liñán baile con una bata de cola desde lo queer, no desde la idea de un hombre que se viste de mujer. El flamenco siempre ha sido una desobediencia a la tradición y me duele que la comunidad flamenca no pueda cerrar filas consigo misma”. Cruces acaba de recibir el Premio Nacional a la Investigación otorgado por la Cátedra de Flamencología y Estudios Folclóricos de Jerez y prepara varios libros y artículos con la mujer flamenca en el centro.

La vanguardia también atraviesa la programación de la Bienal de Flamenco de los Países Bajos, que se desarrolla en varias ciudades holandesas desde el pasado 8 de octubre y hasta el próximo domingo. Está cumpliendo 20 años y en su programación figuran nombres abanderados de la innovación como los de Rocío Molina, Yinka Essi Graves, Los Voluble (en lo musical) e incluso Luz Arcas, creadora programada en circuitos de danza contemporánea. “Aquí en Holanda la afición por el flamenco es mucha y puede ser muy ortodoxa”, cuenta en entrevista telefónica Ernestina Van de Noort, directora de esta bienal, que la arrancó con una campaña que llamó “antilunares”, hace dos décadas, para dejar claro su propósito.

“Tuve que luchar mucho para convencer a directores de programación cuando presenté el proyecto. Me decían que ese no era el flamenco que hacíamos. Pero como algunos nombres como el de Israel Galván ya se habían programado en el festival de Montpellier, finalmente se hizo. Sigue habiendo reticencias por parte de cierto público y prensa, pero cada vez menos y los que lo celebran y disfrutan son muchos más”, explica la directora.

La actuación de Niño de Elche en esta bienal el pasado 18 de octubre sirve como muestra de esa evolución holandesa hacia nuevos modos flamencos. “La primera vez que lo programé, en 2017, pensé que el público holandés estaba preparado para escuchar el arte revolucionario de Elche. Pero el primer día fueron a verlo unas 50 personas, y el segundo y tercero, unas veinte. Este pasado fin de semana, el aforo de 320 butacas se agotó enseguida y la gente lo ovacionó de pie”, dice Van de Noort.

Las redes viralizan, pero los ataques se publican también en prensa, sobre todo la especializada. Ahí es donde se han podido leer algunos de los calificativos más duros hacia protagonistas del flamenco de vanguardia como Rocío Molina, también ganadora del Premio Nacional de Danza en 2010. Sobre Grito pelao, montaje que la creadora malagueña estrenó en 2018 en el reputado Festival de Aviñón, se escribió que era una obra “aburridísima e inclasificable” y se la definió como “la historia de una lesbiana soltera que se insemina para quedar preñada”.

Preguntada por ello, Molina responde tranquila. “No escucho las voces que para mí no tienen ninguna autoridad. Mi tiempo es muy valioso y no lo empleo en lecturas que no me interesan. Prefiero cuidarme y practicar mi libertad en lugar de indignarme y encenderme”, cuenta mientras ultima su nuevo trabajo, Calentamiento, que tendrá su estreno absoluto el 15 de noviembre en el Centro de Danza Matadero de Madrid.

Al cantaor Niño de Elche, esta prensa más ortodoxa lo llamó “tongo del cante” y afirmó que “jamás se había visto nada peor en las veinte ediciones de la Bienal de Flamenco”. Fue tras su paso por la Bienal de Sevilla en 2022, dirigida ese año por Chema Blanco, quien también fue objetivo de críticas muy duras. Lo recuerda con una divertida anécdota: “Llegó Paco (Niño de Elche) y me dijo: `Chema, tengo que felicitarte porque es la primera vez que critican al director de un festival más que a mí”. A Blanco, que solo estuvo al frente del festival en aquella edición, se le tachó de no conocer lo jondo y degradar la Bienal de Sevilla con su programación. “También hubo insultos de corte homofóbico, pero soterrado, y creo que tiene que ver con el momento de retroceso que se vive en muchos sectores políticos y sociales de la actualidad”.

¿Y a qué cree que se debe esta intransigencia con lo flamenco de vanguardia? “Honestamente, creo que les molesta esa libertad de hacer y el hecho de que no saben interpretar lo que están viendo y, por lo tanto, dejan de ser voces autorizadas del flamenco”. En la actualidad, Blanco forma parte del proyecto Flamenco García Lorca, impulsado por la Fundación del poeta, que prepara para noviembre su segundo encuentro en Granada. “No son solo cuatro quienes abanderan críticas hacia este flamenco. Acaba atacándose a lo personal, se dan faltas de respeto gravísimas y no se debe consentir”.

“Es interesante ver cómo los públicos de flamenco también están cambiando”, apunta Cristina Cruces. “En un mismo festival, las propuestas más innovadoras tienen los teatros llenos y las más tradicionales, no tanto”, concluye.

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