El universo doloroso y mágico de Chavela Vargas se abre paso en el escenario

Carolina Román dirige una obra en el Teatro Marquina, de Madrid, que entra de lleno en el universo de la artista mexicana

La cantante Rozalén (izquierda), en el pase gráfico de la obra teatral 'Chavela, la última chamana', en el Teatro Marquina de Madrid, el 21 de febrero de 2025.Álvaro García

Ella misma decía que el precio de su dolor lo pagó en la infancia. Una niña nacida en Costa Rica, a la que sus padres abandonaron después de esconderla durante tiempo, que fue rechazada por la Iglesia y forzada a trabajar en el campo en la casa de unos tíos en un ambiente machista y hostil. Así fueron los primeros años de Chavela Vargas, la artista indómita, la voz desgarradora, la mujer que luchó con tenacidad por defender su libertad y su opción sexual, y que falleció el 5 de agosto de 2012,...

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Ella misma decía que el precio de su dolor lo pagó en la infancia. Una niña nacida en Costa Rica, a la que sus padres abandonaron después de esconderla durante tiempo, que fue rechazada por la Iglesia y forzada a trabajar en el campo en la casa de unos tíos en un ambiente machista y hostil. Así fueron los primeros años de Chavela Vargas, la artista indómita, la voz desgarradora, la mujer que luchó con tenacidad por defender su libertad y su opción sexual, y que falleció el 5 de agosto de 2012, a los 93 años en México, su país de adopción.

Ahora el universo mágico y doloroso de este hermoso mito latino se abre paso en los escenarios con la obra Chavela, la última chamana, dirigida por Carolina Román (Formosa, Argentina, 1972). La función, interpretada por Luisa Gavasa, Paula Iwasaki, Raquel Varela, Laura Porras y las cantantes Nita y Rozalén, que se intercambiarán en las actuaciones, cuenta con la música en directo de Alejandro Pelayo. Se representa en el Teatro Marquina de Madrid hasta el 4 de junio.

Pase gráfico de la obra 'Chavela, la última chamana', en el Teatro Marquina de Madrid, el 21 de febrero.Álvaro García

Todo en la vida de Carolina Román le llega de manera inesperada. Así lo confiesa. Es de las que creen que son las obras o las historias las que van eligiendo. “A mí, Chavela Vargas me fue a buscar a México”, asegura la directora tras un ensayo de la función en Madrid. Se le apareció durante una representación de su obra Juguetes rotos, a la que asistió María Cortina, amiga de Chavela y heredera de sus derechos universales. Fue todo bastante mágico porque, sin saberlo, se había sentado en la butaca con el nombre de la artista mexicana.

“Tras muchas conversaciones con María Cortina me di cuenta de que el universo de Chavela llamaba a mi puerta”. Después de cuatro años de investigaciones y lectura —”no tengo prisa alguna, porque me parece realmente importante ahondar y esperar, madurar las cosas”—, la directora estrena esta función, que entra de lleno en el universo de la artista, con una escenografía evocadora del realismo mágico y en el que no falta tampoco el vuelo de los ruiseñores. Son tres las Chavelas que reviven en la función. La mayor, aquella que, acompañada por sus cuidadores, espera la llegada de la muerte; la Chavela mito y lo que queda de ella y la niña que trae al presente la herida que arrastra. “Es esa Chavela joven la parte más oscura y dolorosa de esta historia”, reconoce Román, frente a la búsqueda de la belleza en el ocaso y la muerte de la artista. “He querido recrearme en la muerte pacífica y bella”, añade la directora, que no duda que fue su homosexualidad y la defensa de la libertad la razón de su dolor.

Desde la izquierda, las actrices Nita, Paula Iwasaki, Rozalén y Luisa Gavasa, durante la presentación a la prensa de la obra 'Chavela, la última chamana', en el Teatro Marquina, el 21 de febrero.Álvaro García

“Era una criatura mágica que trascendió la vida. Aunaba y defendía temas que son grandes banderas. Pagó un precio muy alto por su libertad, era una persona muy solitaria. Vivió un infierno de alcohol porque tenía verdadero pavor escénico. La herida inicial de su infancia la acompañó hasta su muerte”, dice una entusiasmada Román, que se reconoce en el paisaje de montes, ríos y pájaros que comparte con la mexicana.

Esta función no olvida el enorme valor de la amistad y los grandes amigos que rodearon a Chavela Vargas, como Frida Kahlo, Federico García Lorca, Trotski, Ava Gardner, Elisabeth Taylor, Diego Rivera y Pedro Almodóvar, el director que incluyó canciones de la cantante en varias de sus películas.

Chavela, la chamana termina con un llamamiento al público, hombres y mujeres, a unirse con sus voces a la mítica canción La llorona, interpretada en el escenario por las cinco actrices, como un símbolo de lucha feminista y de libertad rotunda. “Fue una mujer libre de verdad y he querido invitar a hombres y mujeres a unirse a este canto. Yo no soy de las feministas que detestan a los hombres. Los quiero y los necesito en mi vida. No estoy frente de ellos, sino con ellos. Ellos deben acompañarnos en nuestra lucha por la igualdad, son ellos los que tienen que abrir los espacios vacíos del heteropatriarcado. El teatro también está para eso”.

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