Pisos que giran con vistas a la ciudad
El grupo BIG completa dos singulares torres de 80 metros de altura junto al puerto de Copenhague
“Un ejercicio de economía que resulta en una impactante expresión arquitectónica”. Así describe el danés Bjarke Ingels, fundador de BIG, el proyecto para dos torres que acaba de terminar en el barrio Vesterbro, junto al puerto de Copenhague. De 80 metros de altura, y con 495 viviendas cada una, los pisos giran —rotando sobre el eje de comunicaciones central—, en cada planta. Así, las vistas sobre la ciudad se multiplican. La de cada apartamento es única. Las fachadas explican esa pluralidad. El resto es menos singular.
Todos los apartamentos están amueblados con diseños, en madera y hormigón, del estudio BIG que buscan aprovechar los metros —33 los más pequeños y 53 los mayores—. Además, los precios de los pisos, según puede leerse en los boletines del el Danish Architecture Center, son elevados. En ese sentido la innovación es más formal que social. Lejos de alterar la manera de vivir en los centros urbanos, perpetúa su transformación en escenarios históricos, enclaves en los que la vida cotidiana se ha convertido en episodios temporales de una población muy cambiante.
Un parque-alfombra une las torres en la planta baja y las comunica con una tienda de Ikea vecina. En realidad, el encargo de unir el nuevo edificio con estos almacenes y con otra serie de infraestructuras fue el proyecto del que partió BIG hace siete años. Hoy a ese espacio los arquitectos han sumado el diseño de un hotel económico, el parque que une las intervenciones y ahora los nuevos apartamentos de los edificios conocidos como las Torres Kaktus.
Pequeños y pensados como primera vivienda, los pisos tienen todos un balcón individual y comparten una terraza panorámica en la azotea. Además, ambos edificios cuentan con espacios de coworking, lavandería, gimnasio, una cafetería, una barbacoa al aire libre y una gran cocina para uso común. El propio Ingels ha descrito el funcionamiento de los apartamentos a partir de esas instalaciones comunitarias: “Duerme en el apartamento, vive en el edificio”. “El objetivo es fomentar el sentimiento de comunidad”, ha dicho.
El resultado es un aprovechamiento máximo del espacio. Así, más allá de la audacia, o extravagancia, arquitectónica, será el uso lo que dictamine si los inmuebles contribuyen a la consolidación de la ciudad o a su reconversión en un escenario turístico. Habitar el día a día o vivir en la fiesta generan dos ciudades distintas. Que los centros urbanos sean ocupados por turistas o ciudadanos resulta en calles, comercios y civismos diversos. La innovación arquitectónica sorprende. La audacia escapa el control de la arquitectura. Está en manos de los políticos legislar para que uno de los grandes problemas del mundo, el de la vivienda, no termine por redefinir también las urbes europeas.