Y a los dos meses Alcalá Norte resucitó: así fue la crisis médica que frenó al grupo de moda

El cantante del grupo, Álvaro Rivas, cuenta a EL PAÍS sus accidentadas ocho semanas de hospital, y cómo en ese periodo recuperó un hábito que va a desembocar en el segundo disco de la banda

Álvaro Rivas, cantante de Alcalá Norte, en una calle de Ciudad Lineal, Madrid, el pasado lunes.Foto: SAMUEL SÁNCHEZ

El cantante y letrista de Alcalá Norte, Álvaro Rivas (Madrid, 29 años), se sube la camiseta y el jersey y enseña el abdomen. Cinco marcas: tres cicatrices de unos cuatro centímetros todavía de tonalidad rosada, y otras dos compuestas por varios puntos rojos producidos por punciones. Quizá dentro de un tiempo, cuando todo haya cicatrizado, pueda alardear de tripa de torero; hoy, el aspecto aún se percibe tierno. La exhibición de su delgado torso ocurre en una tarde invernal en un pequeño bar de su barrio, Ciudad Lineal, en Madrid. Los clientes apenas muestran sorpresa al ver a un chico desnudarse de cintura para arriba, enfrascados ellos en sus máquinas tragaperras, los whiskies con Coca-Cola (a las 18.00 de un lunes) y las conversaciones sobre el baño del Barcelona al Madrid (5-2) en la Supercopa.

Alcalá Norte, grupo revelación del pop-rock español gracias a su disco de debú (Alcalá Norte), frenó su ímpetu hace dos meses. Una crisis médica paralizó al sexteto madrileño y la vida cañón (el título de su himno) se transformó en algo parecido a una pesadilla. Ocho semanas de parón que finalizan este viernes, donde retoman la gira en Vitoria que les tendrá en la carretera todo el año. Todo empezó el 15 de noviembre pasado, mientras Álvaro ejercía de invitado en el concierto de Los Planetas en La Riviera, Madrid. “Según los médicos fue la tarde-noche de ese viernes cuando me estalló el apéndice. Lo que pasa es que no me enteré”, explica el músico, y entra en detalles: “Según me explicaron los especialistas, mi organismo funciona con una particularidad: lucha contra las infecciones generando lo que llaman tabiques y aislándolas del resto del cuerpo. Así, cuando se rompió el apéndice apenas lo sentí porque mi cuerpo estaba encargándose de aislar todo ese destrozo que tenía dentro”. Pero dos días después empezó a sentirse mal. Dolor de abdomen, vómitos. El músico pensó que era una intoxicación alimenticia. De madrugada, las molestias aumentaron. En ese momento despertó a Carlos Elías, guitarrista del grupo y médico. Le indicó tres o cuatro pruebas por teléfono y dedujo que podía tratarse de apendicitis. “Intenta descansar un rato y ve por la mañana temprano al hospital”, le aconsejó.

Álvaro Rivas, el lunes en el barrio madrileño de Ciudad Lineal. Samuel Sánchez

Álvaro llegó al hospital y le operaron esa misma mañana. Se tomó como un percance sin gravedad en la vertiginosa carrera de Alcalá Norte. Poca cosa. Los cálculos, teniendo en cuenta una cirugía de apéndice estándar, señalaban la cancelación de un concierto, quizá dos. Pero el cuerpo del cantante no estaba dispuesto a poner las cosas sencillas. “En la primera operación me advirtieron de que existía una posible complicación, que consistía en que los restos de sangre que se producen en una operación pueden ser colonizados por bacterias. Por la peculiaridad de mi cuerpo de generar paredes de protección habría que extraer la sangre infectada con otra intervención”. Y ocurrió. “Me operaron, me limpiaron, pero esas bolas de pus volvieron a generarse. Tuvieron que abrirme por tercera vez y aquí ya los médicos concluyeron que era un caso muy raro”.

Todavía quedaba una cuarta cirugía, por el mismo motivo, aunque esta vez en una zona de más fácil acceso. Álvaro pasó 20 días en el hospital, muchos de ellos con “tres cables” que salían de su cuerpo: drenajes que desembocaban en bolsas de sangre. La consecuencia es que Alcalá Norte ha estado dos meses parado y han sido afectados 12 conciertos. “Nunca me dieron a entender que estuviera en riesgo mi salud, pero a medida que se fue complicando me asusté”, apunta.

Antes de averiguar la particularidad de su sistema interno, Álvaro figuraba en la lista de los artistas triunfantes, y atascados creativamente. “Existía tanto frenesí alrededor del grupo que no había tiempo para componer. Si yo escribiera canciones sobre mis anécdotas durante la gira, seguro que me saldrían muchas. Pero no es el caso”, explica. El letrista necesitaba una pausa que se la ha dado accidentalmente la convalecencia. Recuerda el despertar de la segunda operación, entre los vapores de la anestesia. Pidió entre balbuceos a su pareja que le pusiese cerca la grabadora del móvil. Y allí canturreo una letra con una melodía. “Esa canción la estamos trabajando ahora y tiene muy buena pinta. ¿De qué trata? De este bar [donde se produce la entrevista], en el que los miembros del grupo pasamos mucho tiempo, y de fútbol. Es muy onírica”, señala.

El cantante de Alcalá Norte en el bar Blanco, en Ciudad Lineal (Madrid), el pasado lunes. Samuel Sánchez

La chispa creativa no se ciñe a ese arrebato. “Había desatendido mis ganas de estudiar, de leer, de aprender. Pero al estar obligado a guardar cama durante tantas horas me ha servido para coger los libros, trabajar la atención y volver a engancharme. Cuanto más leo mejor escribo en prosa y más imágenes me surgen para hacer canciones. Así que ahora tengo varias canciones que vamos a trabajar en el local”. Lo primero que leyó fue Los hermanos Karamazov, de Dostoievski. Luego hincó el diente a otro autor ruso, Vsévolod Garshin; los diarios de Léon Bloy; Paraíso perdido, de John Milton… Antes de abrir de nuevo el apetito por la lectura, Álvaro escondió el teléfono móvil en un cajón. “El titular tramposo o el tuit que está pensado para emocionarte o cabrearte son una chorrada. Lo importante es vencer a una actitud de resignación por irte al placer fácil. El tema es que tú no tengas fuerza para vencer a esos estímulos, y que no seas capaz de construir un rato de dedicación a los placeres que te llenan”, explica sobre la adicción digital. Dice que esa es la principal lección de su percance sanitario: “Haberme esforzado para recobrar mi capacidad de atención y de esa manera reengancharme por mi pasión por el estudio y la lectura. Y ya no la voy a perder, porque me he dado cuenta de que no era irreversible”.

Alcalá Norte actuando en la sala Joy Eslava (Madrid), el 25 de octubre pasado, 20 días antes de sufrir su cantante las operaciones. Daviz Pérez

Por contra, apenas ha escuchado música. Pero asume que eso es una costumbre que viene de largo. “Voy a dejar de buscar excusas: no escucho música, no me apetece. Ya se me pasó la época de descubrir a grupos de forma obsesiva. Lo único que me he puesto las últimas semanas es una canción de un anuncio antiguo del tabaco Camel. Tiene una melodía de José Guardiola, de la canción Mustapha, y la otra mitad es como un canto de escuela. El resultado es flipante. La he podido escuchar unas 100 veces”.

Entre idas y venidas al hospital, Álvaro vio cómo el primer disco del grupo ocupaba la primera posición de muchos medios como el mejor de 2024: Babelia (EL PAÍS), Rockdelux, ABC, Muzikalia, El Español, Indinauta… Durante el invierno retoman la gira por salas y en primavera y verano los festivales ocuparán su agenda. Con esta espita creativa abierta por el quirófano, Álvaro espera poder ponerse a grabar durante el año para previsiblemente editar su segundo trabajo en 2026. “Hace dos meses me daba ansiedad pensar en el nuevo disco, pero ahora, después de crear durante el parón, estamos ya en el lío”.

Alcalá Norte están de gira invernal por salas y en primavera y verano en festivales. Ver fechas pinchando aquí.

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