Universidades del Reino Unido revisan términos como ‘anglosajón’ o ‘vikingo’
El cambio persigue evitar connotaciones racistas o nacionalistas. Muchos intelectuales se rebelan ante una polémica que consideran exportada de Estados Unidos
La gran tragedia de muchos ultranacionalistas ingleses, como los que durante años aullaron por el Brexit o los que este verano protagonizaron disturbios violentos y racistas en varias ciudades del Reino Unido, es que gran parte de la sangre que corre por sus venas es francesa. Desde 1066, cuando el normando Guillermo el Conquistador derrotó al anglosajón Harold Godwinson en la Batalla de Hastings, la cultura procedente del otro lado del canal de la Mancha fo...
La gran tragedia de muchos ultranacionalistas ingleses, como los que durante años aullaron por el Brexit o los que este verano protagonizaron disturbios violentos y racistas en varias ciudades del Reino Unido, es que gran parte de la sangre que corre por sus venas es francesa. Desde 1066, cuando el normando Guillermo el Conquistador derrotó al anglosajón Harold Godwinson en la Batalla de Hastings, la cultura procedente del otro lado del canal de la Mancha forjó lo que hoy es la actual Inglaterra.
El empeño de algunas universidades británicas por hacer desaparecer de su oferta académica los términos anglosajón o vikingo, a los que hoy muchos críticos atribuyen connotaciones racistas, nacionalistas y hasta nazis, todavía escuece a intelectuales y a medios de comunicación del Reino Unido, que consideran la polémica como algo importado de Estados Unidos.
“Es cierto que el término anglosajón fue utilizado durante el siglo XIX por el racismo pretendidamente científico, y que todavía resuena en ese sentido más en Norteamérica (sic) que aquí [en el Reino Unido]. Pero no es cierto que esa sea la única connotación del término, o que los historiadores lo hayan utilizado solo para hacer referencia a la raza blanca”, ha defendido en la revista The Critic el historiador Samuel Rubinstein, una de las voces más contrarias a la revisión de la palabra. “Los historiadores deberían poder seguir usando el término si lo hacen de un modo correcto (...) porque no solo es patrimonio de fanáticos y racistas”.
El término anglosajón ha hecho siempre referencia a las tribus de origen germano que existieron en las islas del actual Reino Unido —anglos, sajones o jutos— antes de la invasión normanda.
En cualquier caso, la Universidad de Nottingham ya se ha sumado a la corriente, y ha anunciado la revisión de los nombres de algunos de los cursos que ofrece, en un esfuerzo por “erradicar narrativas nacionalistas” de su oferta académica. El máster que hasta ahora se llamaba Estudios Anglosajones y Vikingos ha pasado a ser bautizado como Estudios de la Alta Edad Media Inglesa. El programa que se llamaba Métodos de Investigación en los Estudios Anglosajones y Vikingos también ha suprimido el término anglosajón por el de Alta Edad Media Inglesa. Los académicos contrarios al cambio de la terminología acusan a sus promotores de haberse contagiado de un debate estadounidense que, según ellos, no existía en el Reino Unido.
Lo que era la Sociedad Internacional de Expertos en el Mundo Anglosajón (ISAS, en sus siglas en inglés) cambió su nombre por el de Sociedad Internacional para el Estudio de la Alta Edad Media de Inglaterra (ISSEME, en inglés) hace casi cinco años como reconocimiento de los problemas y el rechazo que provocaba el término original en la discusión pública.
La decisión derivó de la polémica provocada por la profesora canadiense Mary Rambaran-Olm, que renunció a la vicepresidencia de la asociación y escribió un duro texto, junto con el académico Erik Wade, en la estadounidense revista Smithsonian, en el que aseguraban que el término no era históricamente correcto, porque nunca se autodenominaron así las antiguas tribus, y que en cualquier caso era “racista”, y “estaba asociado con una idea de raza blanca que ha saturado la jerga actual hasta el punto de ser utilizado incorrectamente en el discurso político y de haberse convertido en un arma para promover la ideología de extrema derecha”, aseguraban.
El recelo abarca también al uso de la denominación vikinga, que se ve conectada con movimientos racistas o nazis, por el uso que en su momento realizó aquel régimen de las runas, los caracteres de la escritura de los antiguos escandinavos, en su propia iconografía, como el símbolo de la SS, la organización paramilitar de Hitler.
Antes de que la Universidad de Nottingham se sumara a los cambios, la de Cambridge, cuyo departamento de Estudios Anglosajones era uno de los más relevantes, ya comenzó revisar gran parte del enfoque presentado a los estudiantes a partir del año pasado. “En general, las enseñanzas del Departamento de Estudios Celtas, Nórdicos y Anglosajones buscan desmantelar las bases de cualquier mito nacionalista, como la idea de que alguna vez existieron ‘británicos’, ‘ingleses’, ‘escoceses’, ‘galeses’ o ‘irlandeses’ con una identidad étnica antigua y coherente. Se trata de explicar a los alumnos que estas identidades han sido siempre una construcción accidental”, han explicado los responsables del departamento.
Este año, Cambridge University Press rebautizó su histórica revista Anglo Saxon England Journal con el nombre de Early Medieval England Journal, para “reflejar de un modo más correcto la rápida evolución internacional e interdisciplinaria de las investigaciones en este campo”, según justificó la propia editorial.
En 2020, un grupo de setenta académicos firmó una carta abierta en la que expresaban su discrepancia con la animadversión que provocaba el término anglosajón: “Las condiciones con las que se afronta la palabra, y el modo en que resulta percibida, en Estados Unidos, son muy diferente a las del resto del mundo”, afirmaban en el texto.